jueves, 8 de noviembre de 2012

elrepublicanoliberal - PER KUROWSKI, COMUNISTAS ATRASADOS APRENDAN DE VIETNAM

PER KUROWSKI, COMUNISTAS ATRASADOS APRENDAN DE VIETNAM:

Extraigo lo siguiente del "Informe Sobre Desarrollo Mundial 2013" del
Banco Mundial.


"En 1993, el primer año para el que existen datos confiables sobre Vietnam, más del 70 % del empleo era agrícola, el 58 % de la población vivía en la pobreza, y el hambre siempre acechaba.


Dos décadas después, Vietnam es el segundo exportador mundial de arroz, el segundo mayor exportador de café, el mayor exportador de pimienta; y un importante exportador de caucho, nueces y productos del mar. Para 2006, ya la pobreza había bajado al 16%, la  más rápida reducción de pobreza jamás registrada.

La transformación de Vietnam de una economía agraria ineficiente en una potencia exportadora, se inició con una reforma agraria. A finales de 1980 y principios de 1990, el país abandona la colectivización y permite a las autoridades locales redistribuir las tierras comunales a hogares individuales, extendiéndoles derechos de usufructo. La devolución de las tierras a las familias rurales era notablemente igualitaria, especialmente en el norte de Vietnam.

Para 1993, los derechos de usufructo sobre la tierra podrían ya ser legalmente transferidos, hipotecados y heredados. La reforma agraria formó parte de un paquete amplio de reformas, "Doi Moi", que llevo a Vietnam de ser una economía de planificación central, a una economía de mercado con orientación socialista.

El paquete incluyó la eliminación gradual de barreras a la entrada en la mayoría de los sectores, incluyendo la comercialización de los productos agrícolas. La competencia acercó los precios al productor de productos agrícolas a los precios internacionales. Combinado con un fuerte énfasis en la extensión agrícola, la reforma agraria y la desregulación, condujeron al rápido crecimiento de la productividad agrícola en parcelas muy pequeñas.

Simultáneamente se implementó políticas destinadas a crear empleos distintos a los de la agricultura. Vietnam abrió oportunidades a inversores extranjeros; primero en sectores como la explotación de los recursos naturales y manufacturas ligeras, y luego, de manera más amplia en el contexto de su adhesión, en 2007, a la Organización Mundial del Comercio (OMC).  Para 2007, ya las inversiones extranjeras directas superaban el 8 por ciento del PIB.

Inicialmente, debido a la complejidad de un sistema legal aún en transición, los inversores se asociaban con empresas de propiedad estatal. Pero tales empresas estatales habían también sido gradualmente flexibilizadas y autorizadas para tomar sus propias decisiones comerciales; y muchas fueron total o parcialmente vendidas a inversionistas privados. Para cambios de siglo, ya las inversiones nuevas, "greenfield", se habían convertido en la norma, especialmente en sectores como prendas de vestir, calzado, electrodomésticos y electrónica de consumo. Las empresas de tales sectores emplean muchos trabajadores.

Siguen existiendo importantes desafíos, pero Vietnam es ahora una economía en rápido proceso de urbanización, un testimonio de su éxito. Dos décadas de progreso acelerado elevó a Vietnam de la categoría de países menos desarrollados, a una de renta media-baja economía, con perspectivas de crecimiento optimistas". Fin de citas del reporte.

Vale la pena comparar esos resultados de Vietnam con los pobres resultados obtenidos en Venezuela, producidos por el retraso mental producido por un comunismo siempre atrasado, y todo en medio de la más increíble bonanza de ingresos para el Estado. 



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elrepublicanoliberal - EMETERIO GÓMEZ, ¿COMUNAS O COMUNISMO?

EMETERIO GÓMEZ, ¿COMUNAS O COMUNISMO?:
Hace algún tiempo, Chávez se declaró marxista y es evidente que el Socialismo del siglo XXI es idéntico al Comunismo del XX... Pero no se han atrevido a asumirlo de manera explícita y por su nombre. Les da mucho miedo, por lo desacreditado de dicho Modelo de Sociedad. 

Ahora han encontrado el subterfugio o la coartada perfecta: La Sociedad Comunal. ¿Cuándo entenderán o, mejor, llegarán alguna vez a entender, lo que de verdad es el Comunismo, por mucho que lo disfracen de Comunal? ¿Llegarán algún día a intuir siquiera que es absolutamente inviable, utópico o iluso?
  
¿Llegarán alguna vez a entender lo que de verdad es el Comunismo aunque lo disfracen de Comunal?

Pero no inviable, utópico e iluso por la ridiculez de la supuesta ciencia marxista del Materialismo Histórico. No porque el Esclavismo fue sustituido por el Feudalismo y éste por el Capitalismo, después del cual vendría necesariamente el Comunismo, como preveía dicha ciencia sosa. Ni tampoco inviable, utópico e iluso porque fuese inconsistente la Teoría Marxista del Valor, esa idea boba según la cual la totalidad del valor de las mercancías -¡¡en el Capitalismo!!- la genera el trabajo. Es decir, que el capitalista, el Emprendedor, el que pare la idea, pone el capital, asume los riesgos ¡¡y gerencia la Empresa!!, ese miserable, a pesar de todo ello, no genera un ápice de valor. Porque él es un parásito, un explotador inmisericorde -y casi criminal- que sólo sirve para expropiarle la Plusvalía al obrero. No es tampoco esta necedad la causa esencial de la inviabilidad radical del Comunismo.

La verdadera causa de que el Comunismo sea utópico, iluso e inviable es que resulta demasiado idílico ¡¡para la miseria espiritual que es el Hombre!! Imaginarse una sociedad en la que hayan desaparecido las contradicciones y confrontaciones entre los Seres Humanos; en la cual, en consecuencia, la Moral ya no sea necesaria ("Prejuicio pequeño burgués" la llamó Marx) porque hayan cesado la Lucha de Clases y la Explotación del Hombre por el Hombre; y, sobre todo, una sociedad en la que cada quien reciba un ingreso, no en proporción a sus capacidades -como en el Capitalismo Inhumano- sino en relación a sus necesidades; todo ello es una Utopía tonta... ¡¡porque las condiciones espirituales actuales del Ser Humano no dan para tanto!! Porque la Moral actual no tiene ninguna posibilidad de imponerse sobre la animalidad y el egoísmo. El Comunismo es inviable, en síntesis, porque la Humanidad no logró jamás desarrollar su Dimensión Ética. ¡¡Porque ésta fue dejada de lado ante la inmensa fuerza pragmática de la Lógica, la Tecnología y la Ciencia!! Porque -precisamente por todo ello- la única forma de imponer el Comunismo, es la que se usó en la Rusia de Stalin, la China de Mao y la Cuba de Castro: la dictadura totalitaria y criminal.

O, puesto todo exactamente al revés, visto todo desde la otra acera: ¿cuándo entenderán Chávez y los suyos que los Derechos Humanos, proclamados en 1948, eran inviables e ilusos hace 4.000 o 5.000 años, cuando asumimos la Ley del Talión y el animalesco "Ojo por ojo, diente por diente"? ¿Cuándo entenderán que hace 400 o 500 años, el Espíritu Humano no estaba preparado ¡¡sino para el Capitalismo Salvaje!!? Un Modelo de Sociedad centrado en el egoísmo individual y en la imposibilidad de incorporar a nuestro espíritu la Dimensión Moral. Pero también ¿cuándo entenderemos los defensores del Capitalismo que este Modelo de Sociedad ya no tiene hoy que centrarse exclusivamente en el Mercado y en la pura maximización de la Tasa de la Ganancia, sino que puede asumir la Moralidad y la posibilidad de avanzar -¡¡muy lentamente of course!!- hacia el Capitalismo Solidario?

gomezemeterio@gmail.com

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elrepublicanoliberal - THAELMAN I. URGELLES D., ¿Y QUE ES EL COMUNISMO?

THAELMAN I. URGELLES D., ¿Y QUE ES EL COMUNISMO?:
A raíz de un artículo de hace unos días, un polémico contertulio de Twitter me desafió con la pregunta: “¿Y qué es para usted el comunismo?” Le respondí que no era obligación mía andar definiendo al comunismo. Al poco me respondió: “entonces no hable de lo que no sabe”. Como no suelo eludir las provocaciones, trataré de decirle al amigo tuitero lo que es para mí el comunismo. Breve y elementalmente.
El comunismo es una ideología surgida a mediados del siglo 19 en Europa, en el contexto de tres fenómenos históricos y culturales: el descomunal crecimiento económico producido por la revolución industrial, las frecuentes guerras inter-europeas y el romanticismo como movimiento artístico y literario. La proliferación de la figura del obrero fabril bajo condiciones de trabajo acusadamente desfavorables, y la propagación de los ideales de igualdad y justicia, no podían sino generar movimientos políticos, ideologías y pensadores que reivindicaban los mejores valores humanos y sociales. Uno de estos pensadores fue Carlos Marx, quien, ilusionado con la fantasía de estar haciendo ciencia donde otros hacían utopías, creó lo que él mismo denominó socialismo científico o Comunismo, llamado así por el título del opúsculo utilizado para resumir su planteamiento.
El comunismo, como los sindicatos, nace pues como una hermosa idea emancipadora de los seres humanos. Sólo que la teoría de Marx y Engels contenía un error básico de nacimiento: creer que la igualdad entre los hombres es el fundamento de una sociedad de hombres libres y considerar que la abolición de la propiedad privada y el Estado y su dilución en una abstracta propiedad colectiva y un poder comunal es el vehículo para aspirar a la soñada igualdad entre los seres humanos. 
Sobre esta inconsistencia nuclear no voy a abundar porque mi querido profesor Emeterio Gómez tiene varios años demoliéndola con una propiedad que está muy lejos de mi alcance.
Puedo sí, recordar que los resultados de la aplicación posterior de la atractiva idea de Marx han representado una de las mayores tragedias humanitarias y catástrofes socio-económicas que recuerde la historia universal. La soñada igualdad entre los hombres se convirtió en una igualación de las mayorías bajo la peor miseria, mas no equidad total porque las burocracias dirigentes de los regímenes comunistas devinieron sectas privilegiadas que reemplazaron a los supuestos explotadores burgueses, con mayor explotación apoyada en implacables leyes y aparatos represivos. 
Y la abolición del Estado concluyó en corruptas tiranías unipersonales, partidistas y militares que en el siglo 20 produjeron centenares de millones de muertes por la represión física, cuando no por hambrunas. En fin, pocas ideas tan bonitas al nacer condujeron a un fracaso tan estrepitoso y sanguinario como el comunismo.
Pero la historia no terminó allí. Malhadados los venezolanos, cuando todo el mundo se ha dado cuenta de ese fracaso e inviabilidad irremediables, nos cayó un ambicioso militar al frente de una agresiva cohorte de aventureros y fanáticos, a revivir el comunismo entre nosotros. 
Y cuando no tenían el menor chance de prosperar en ese desquicio, cayó en sus manos un ilimitado Kino petrolero que les ha permitido comprar tiempo, voluntades y conciencias para hacer añicos todo lo que los venezolanos de diversa condición construimos en dos siglos de república.
Ahora se aprestan a concretar el estado comunal. El comunismo, pues. No podrán concretarlo, tanta es la inviabilidad de la idea, unida a su incapacidad y corrupción. Pero en el intento irán logrando lo único que suele quedar de esas ideas estrafalarias: un poder cada vez más absoluto y arbitrario para ellos y la sumisión cada vez más humillante del cuerpo social. 

También es cierto que los pueblos siempre encontraron la manera de librase de ellos, aunque a veces muy tardíamente y a costos demasiado onerosos. Tenemos que se capaces de imitarlos, más temprano que tarde. 


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lunes, 5 de noviembre de 2012

EL REPUBLICANO - ENRIQUE KRAUZE, DECALOGO DEL POPULISMO

ENRIQUE KRAUZE, DECALOGO DEL POPULISMO:
El populismo abomina de los límites a su poder, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la "voluntad popular" l populismo en Iberoamérica ha adoptado una desconcertante amalgama de posturas ideológicas. Izquierdas y derechas podrían reivindicar para sí la paternidad del populismo, todas al conjuro de la palabra mágica "pueblo". 
Populista quintaesencial fue el general Juan Domingo Perón, quien había atestiguado directamente el ascenso del fascismo italiano y admiraba a Mussolini al grado de querer "erigirle un monumento en cada esquina". Populista posmoderno es el comandante Hugo Chávez, quien venera a Castro hasta buscar convertir a Venezuela en una colonia experimental del "nuevo socialismo". Los extremos se tocan, son cara y cruz de un mismo fenómeno político cuya caracterización, por tanto, no debe intentarse por la vía de su contenido ideológico sino de su funcionamiento. Propongo diez rasgos específicos. 





El populismo exalta al líder carismático. No hay populismo sin la figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo. "La entrega al carisma del profeta, del caudillo en la guerra o del gran demagogo ­recuerda Max Weber­ no ocurre porque lo mande la costumbre o la norma legal, sino porque los hombres creen en él. Y él mismo, si no es un mezquino advenedizo efímero y presuntuoso, `vive para su obra’. Pero es a su persona y a sus cualidades a las que se entrega el discipulado, el séquito, el partido". 

2

El populista no sólo usa y abusa de la palabra: se apodera de ella. La palabra es el vehículo específico de su carisma. El populista se siente el intérprete supremo de la verdad general y también la agencia de noticias del pueblo. Habla con el público de manera constante, atiza sus pasiones, "alumbra el camino", y hace todo ello sin limitaciones ni intermediarios. 

Weber apunta que el caudillaje político surge primero en las ciudades-Estado del Mediterráneo en la figura del "demagogo". 

Aristóteles (Política, V) sostiene que la demagogia es la causa principal de "las revoluciones en las democracias", y advierte una convergencia entre el poder militar y el poder de la retórica que parece una prefiguración de Perón y Chávez: "En los tiempos antiguos, cuando el demagogo era también general, la democracia se transformaba en tiranía; la mayoría de los antiguos tiranos fueron demagogos". Más tarde se desarrolló la habilidad retórica y llegó la hora de los demagogos puros: "Ahora quienes dirigen al pueblo son los que saben hablar". 
Hace 25 siglos esa distorsión de la verdad pública (tan lejana de la democracia como la sofística de la filosofía) se desplegaba en el ágora real; en el siglo XX lo hace en el ágora virtual de las ondas sonoras y visuales: de Mussolini (y de Goebbels), Perón aprendió la importancia política de la radio, que Evita y él utilizarían para hipnotizar a las masas. Chávez, por su parte, ha superado a su mentor Castro en utilizar hasta el paroxismo la oratoria televisiva. 

3

El populismo fabrica la verdad. Los populistas llevan hasta sus últimas consecuencias el proverbio latino "Vox populi, vox dei". Pero como Dios no se manifiesta todos los días y el pueblo no tiene una sola voz, el gobierno "popular" interpreta la voz del pueblo, eleva esa versión al rango de verdad oficial, y sueña con decretar la verdad única. Como es natural, los populistas abominan de la libertad de expresión. Confunden la crítica con la enemistad militante, por eso buscan desprestigiarla, controlarla, acallarla. En la Argentina peronista, los diarios oficiales y nacionalistas ­incluido un órgano nazi­ contaban con generosas franquicias, pero la prensa libre estuvo a un paso de desaparecer. La situación venezolana, con la "ley mordaza" pendiendo como una espada sobre la libertad de expresión, apunta en el mismo sentido; terminará aplastándola. 

4

El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. No tiene paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El erario es su patrimonio privado, que puede utilizar para enriquecerse o para embarcarse en proyectos que considere importantes o gloriosos, o para ambas cosas, sin tomar en cuenta los costos. 

El populista tiene un concepto mágico de la economía: para él, todo gasto es inversión. La ignorancia o incomprensión de los gobiernos populistas en materia económica se ha traducido en desastres descomunales de los que los países tardan decenios en recobrarse. 

5

El populista reparte directamente la riqueza. Lo cual no es criticable en sí mismo (sobre todo en países pobres, donde hay argumentos sumamente serios para repartir en efectivo una parte del ingreso, al margen de las costosas burocracias estatales y previniendo efectos inflacionarios), pero el populista no reparte gratis: focaliza su ayuda, la cobra en obediencia. "¡Ustedes tienen el deber de pedir!", exclamaba Evita a sus beneficiarios. 

Se creó así una idea ficticia de la realidad económica y se entronizó una mentalidad becaria. Y al final, ¿quién pagaba la cuenta? No la propia Evita (que cobró sus servicios con creces y resguardó en Suiza sus cuentas multimillonarias), sino las reservas acumuladas en décadas, los propios obreros con sus donaciones "voluntarias" y, sobre todo, la posteridad endeudada, devorada por la inflación. 

En cuanto a Venezuela (cuyo caudillo parte y reparte los beneficios del petróleo), hasta las estadísticas oficiales admiten que la pobreza se ha incrementado, pero la improductividad del asistencialismo (tal como Chávez lo practica) sólo se sentirá en el futuro, cuando los precios se desplomen o el régimen lleve hasta sus últimas consecuencias su designio dictatorial. 

6

El populista alienta el odio de clases. "Las revoluciones en las democracias ­explica Aristóteles, citando `multitud de casos’­ son causadas sobre todo por la intemperancia de los demagogos". El contenido de esa "intemperancia" fue el odio contra los ricos; "unas veces por su política de delaciones... y otras atacándolos como clase, (los demagogos) concitan contra ellos al pueblo". Los populistas latinoamericanos corresponden a la definición clásica, con un matiz: hostigan a "los ricos" (a quienes acusan a menudo de ser "antinacionales"), pero atraen a los "empresarios patrióticos" que apoyan al régimen. El populista no busca por fuerza abolir el mercado: supedita a sus agentes y los manipula a su favor. 

7

El populista moviliza permanentemente a los grupos sociales. El populismo apela, organiza, enardece a las masas. La plaza pública es un teatro donde aparece "su Majestad el Pueblo" para demostrar su fuerza y escuchar las invectivas contra "los malos" de dentro y fuera. "El pueblo", claro, no es la suma de voluntades individuales expresadas en un voto y representadas por un parlamento; ni siquiera la encarnación de la "voluntad general" de Rousseau, sino una masa selectiva y vociferante que caracterizó otro clásico (Marx, no Carlos sino Groucho): "El poder para los que gritan `¡el poder para el pueblo!".

8

El populismo fustiga por sistema al "enemigo exterior". Inmune a la crítica y alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos expiatorios para los fracasos, el régimen populista (más nacionalista que patriota) requiere desviar la atención interna hacia el adversario de fuera. La Argentina peronista reavivó las viejas (y explicables) pasiones antiestadounidenses que hervían en Iberoamérica desde la Guerra del 98, pero Castro convirtió esa pasión en la esencia de su régimen: un triste régimen definido por lo que odia, no por lo que ama, aspira o logra. Por su parte, Chávez ha llevado la retórica antiestadounidense a expresiones de bajeza que aun Castro consideraría (tal vez) de mal gusto. Al mismo tiempo hace representar en las calles de Caracas simulacros de defensa contra una invasión que sólo existe en su imaginación, pero que un sector importante de la población venezolana (adversa, en general, al modelo cubano) termina por creer. 

9

El populismo desprecia el orden legal. Hay en la cultura política iberoamericana un apego atávico a la "ley natural" y una desconfianza a las leyes hechas por el hombre. Por eso, una vez en el poder (como Chávez), el caudillo tiende a apoderarse del Congreso e inducir la "justicia directa" ("popular", "bolivariana"), remedo de una Fuenteovejuna que, para los efectos prácticos, es la justicia que el propio líder decreta. Hoy por hoy, el Congreso y la judicatura son un apéndice de Chávez, igual que en Argentina lo eran de Perón y Evita, quienes suprimieron la inmunidad parlamentaria y depuraron, a su conveniencia, el Poder Judicial. 

10

El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. El populismo abomina de los límites a su poder, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la "voluntad popular". En el límite de su carrera, Evita buscó la candidatura a la Vicepresidencia de la República. 

Perón se negó a apoyarla. De haber sobrevivido, ¿es impensable imaginarla tramando el derrocamiento de su marido? No por casualidad, en sus aciagos tiempos de actriz radiofónica, había representado a Catalina la Grande. En cuanto a Chávez, ha declarado que su horizonte mínimo es el año 2020. 

¿Por qué renace una y otra vez en Iberoamérica la mala hierba del populismo? Las razones son diversas y complejas, pero apunto dos. En primer lugar, porque sus raíces se hunden en una noción muy antigua de "soberanía popular" que los neoescolásticos del siglo XVI y XVII propagaron en los dominios españoles, y que tuvo una influencia decisiva en las guerras de independencia desde Buenos Aires hasta México. El populismo tiene, por añadidura, una naturaleza perversamente "moderada" o "provisional": no termina por ser plenamente dictatorial ni totalitario; por eso alimenta sin cesar la engañosa ilusión de un futuro mejor, enmascara los desastres que provoca, posterga el examen objetivo de sus actos, doblega la crítica, adultera la verdad, adormece, corrompe y degrada el espíritu público. 

Desde los griegos hasta el siglo XXI, pasando por el aterrador siglo XX, la lección es clara: el inevitable efecto de la demagogia es "subvertir la democracia".

@EnriqueKrauze

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