Me duele Venezuela, porque es un país que vive de espaldas a sus fronteras, parafraseo un célebre discurso del Dr. Caldera, del cual deseo tomar aquel sentido de urgencia hacia la falta de atención por aquello que siendo problema de todos era problema de nadie.
No existe persona que no tenga un conocido que venga a este país desplazado por la guerra del vecino país, de momento veo hasta con cierto desprecio aquellas frases con las que hacíamos mofa de nuestros vecinos. Hoy siento una profunda vergüenza de la deplorable situación de mí nación, imaginen por un segundo que pasa si Uribe se decide a atacar los campamentos de las FARC y el ELN en Venezuela, es muy probable que una vez se detengan a descansar este llegando a la frontera con Guyana.
Me ocupa pensar que la única pólvora que han olido nuestras tropas son de los triqui-traquis y tumbarranchos de las fiestas decembrinas, es que acaso creen que con una milicia casi gerontocrática vamos a hacer frente a un ejército que tiene casi 40 años de lucha contra-insurgente, no estamos en el años 86 cuando había Boluntad (Voluntad + Bolas) en la armada y la aviación para imponer respeto a la soberanía nacional, será que acaso creen que la experiencia golpeando mujeres, sacando niños de su casa en brazos de su madres y atacando a sus padres con perros de ataque como en los semerucos es suficiente como para jactarse de usar un uniforme.
Pero la culpa no es del loco sino de quien le da un palo, que desfachatez al tratar de justificar con la excusa de la defensa de la soberanía del vecino, el dolor que sienten de haber perdido a uno de los suyos, un camarada en armas, uno de los que traía dinero el dinero producto del negocio de narco-tráfico y de los secuestros, que denigrante verlos rasgarse hasta las vestiduras mientras en nuestras ciudades niños y niñas padecen porque sus padres son víctimas de la política de equiparación de miseria del régimen.
Como es posible que se planteen estas expresiones tan sentidas de solidaridad, mientras la nación está sembrada por el dolor de la impotencia ante un régimen forajido y sobre todo indolente, que es capaz de cometer un genocidio laboral tras otro y con el mayor desparpajo proclamar que no es su culpa sino de sus predecesores.
Que espantoso ver como la experiencia sacando dinero en maletines del país, se ve en las expresiones del canciller al hablar sobre el volumen de ese dinero, es que se nota que son incapaces de concebir una transferencia interbancaria como cualquier ciudadano decente, no se retrotrae a la época de la guerra fría en la cual los líderes guerrilleros recibían oro para asegurar los negocios de narcotráfico y negociar armas para secuestros y extorsión.
No hay como medir el impacto que produce la captura del referido computador, ¿estarán allí los vínculos de caracas con la FARC?, ¿Existirán balances que prueben los vínculos de los agentes del gobierno venezolano con el secuestro y la extorsión?, no podemos estar tranquilos.
El problema con Ingrid Betancourt, es que realmente debe estar en nuestro país, es lamentable pero ya es muy obvio, de no ser así está en algún lugar de ecuador, no es posible que la sociedad internacional se haga de la vista gorda ante esta situación.
El régimen de esta país es criminal, apátrida e indolente, pretende buscar una salida análoga a la del régimen argentino frente a la situación de las Malvinas, por lo cual no podemos avalar las actuaciones de este régimen, este circo pretende distraernos del cotidiano malestar contra el gobierno, unámonos para combatirlos, ya no hay vuelta atrás es él o nosotros.
Ing. Francisco J González R. Msc
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