viernes, 29 de enero de 2016

Tributo al Dr. Rafael Caldera

Tributo al Dr. Rafael Caldera

 

Hace escasos días culmine un escrito que cerré explicando como la pasión por las leyes definía la amistad entre mi padre y el Dr. Caldera, en los subsiguientes días he podido leer otros artículos que han sido publicados que permiten a los que lo conocieron en el plano personal, a los que lo conocimos por intermedio de familiares o amigos y a quienes no lo conocieron construir una imagen de la dimensión humana del Dr. Caldera.

 

Esa imagen choca con la imagen creada por críticos y detractores, cuyos argumentos pueden ser desarticulado muy fácilmente pues son posiciones personalistas hacia la actuación del hombre y carecen de base por ejemplo el documento de la UNESCO que desarma la argumentación sobre las escuelas técnicas o los argumentos sobre indultos a los golpistas, los cuales también caen tras una revisión de los hechos y actuaciones e incluso un breve análisis legal.

 

Lo que refuerza mi argumentación sobre la transformación del Dr. Caldera en el objeto sobre el cual el colectivo descarga sus culpas, por efecto de trasferencias de los errores, omisiones y errores de los individuos de ese conectivo, en esa línea el partido COPEI en fecha reciente ha efectuado un acto simbólico para restaurar la figura del Caldera el hombre como uno de sus pilares, es válido preguntar  ¿pero cómo resarcir el hecho de haber sido no solo borrado, sino eliminado de la memoria histórica?, ¿Cómo ir del gesto de un simbólico mea culpa a los hechos tangibles?

 

He llegado al punto de creer y tomando como base la situación de COPEI, e incluso bibliografía en la que se ha referido esta como una pérdida de propósito o una crisis interna de identidad, proponiendo una búsqueda de la unidad de la democracia cristiana y una revaluación frente a las bases de la doctrina social de la iglesia, que no puede hablarse de homenaje sin propósito de enmienda.

 

Ese es justamente el mejor tributo que COPEI como organización socialcristiana, puede ofrecer a la memoria del Dr. Caldera, volcar sus esfuerzos en fomentar la unidad entre las facciones internas, aceptar que quienes vemos como notables e incluso los otrora delfines son los grandes accionistas de esta crisis, debemos tender los brazos a los partidos hermanos, no para devorarlos a la usanza de la práctica política actual, sino para crear una confederación de demócrata-cristianos con una visión clara de país.

 

Debemos reconciliarnos para hallar el quiénes somos, que queremos, a donde vamos y como lo vamos hacer y como eso se enlaza con Venezuela, darle sentido otra vez a ese compromiso que tiene cada laico con la sociedad, volver retomar la política como el excelso acto de caridad que es, ser el ejemplo ético y moral en mitad de un océano de impiedad e inequidad.

 

Si no hacemos eso, todo acto, homenaje o tributo no es más que un fariseico gesto de mea culpa que hacemos para calmar nuestra culposa conciencia y lo hacemos expresamente para ser vistos y aceptados, pero en el fondo poco o nada contribuye a sanar esa alma que ha pecado onerosamente contra la sociedad.

 

El reto es que hagamos de Caldera ese modelo humano que podemos imitar en los hechos, que todas esas cosas bonitas que quienes lo conocieron, fueron sus amigos o admiradores de verdad salga del papel e impregne nuestras actuaciones, como cristianos tenemos un deber y obligación de ir al mundo y difundir la buena nueva de mensaje de nuestro señor.

 

Ese sagrado propósito no lo cumplimos si nos estamos matando o conspirando los unos contra los otros, no es solo un seguir un modelo, hay una pléyade de hombres que pavimentado una ruta de quienes podemos citar a Pedro del Corral, Lorenzo Fernández, Arístides Calvani, Luis Herrera Campins y Rafael Caldera entre otros que a lo largo y ancho del país hicieron del ejercicio político su apostolado, todos ellos entendieron lo que Cristo quiso decir cuando dijo amados los unos a los otros, ellos fueron quienes tomaron el testigo cono apóstoles y hoy que esperamos para dar continuidad a nuestra razón de ser.

 

No espero que este escrito sea popular, no espero alabanzas ni palabras corteses por él, es solo una reflexión que desde el seno de un COPEI tribulado hago, es un escrito producto de la reflexión tras ver los sacrificios de muchos humildes compañeros a lo largo de años, luego de ver como muchos de ellos se descorazonaron y colgaron los guantes o como otros partidos se los llevaron y allá son los caballitos de batalla, pero acá no estaban congraciados con el de turno.

 

Aun puedo leer las airadas expresiones de una facción contra la otra e incluso muchas de esas expresiones han sido emitidas por mí, pero hoy mi conciencia me cuestiona sobre el sentido de rendir homenajes y tributos si nuestra conciencia no está en paz con ese legado, mi interacción con el Dr. Caldera fue breve pero fue un factor omnipresente en mi familia, mi padre lo conocía desde los 13 años, mi madre desde los 17, toda sus vidas prácticamente, en mi caso cuando falleció esa relación abarcaba unos 34  años, más de las ¾ partes de mi vida, apenas poco menos de quinta parte de la suya.

 

Los wayuu tenemos ritos funerarios interesantes, que cubren múltiples entierros, que abarcan la muerte física, la liberación del espíritu y luego la entrada del alma al Jepira, la visionado cielo wayuu, pero hay un cuarto evento el olvido, eso ocurre cuando nadie puede recordar tu legado y tu alma vaga sin rumbo, por fortuna podemos estar tranquilos que el legado de Rafael Caldera es abundante y fértil, pero insisto hagamos de la unidad de la democracia cristiana nuestro mejor homenaje en este su centenario.

 

Ing. Francisco J González R MSc.

Ingeniero Consultor

Vocal COPEI Zulia.

 

 

Enviado desde Correo para Windows 10

 

La izquierda y el kirchnerismo en la era Macri

 

 

 

 

La izquierda y el kirchnerismo en la era Macri

 

 

 

 

Paradójicamente, cuando parecía que el kirchnerismo iba a dejar de ser un problema para la izquierda, acorralada durante una década por las ilusiones reformistas de la pequeña burguesía argentina, el régimen derrotado en las urnas por Macri es el responsable de mayores conflictos y contradicciones que antes. Aunque no sabemos si se tratará de una enfermedad temporal o de una de tipo crónico, es necesario aclarar la situación ante el peligro del retorno de un error histórico. Empecemos por plantear el problema.

 

El pasado de una ilusión

 

La ilusión más poderosa que recorre las filas de la izquierda argentina hoy es una que ya causó estragos en la historia de quienes pretenden construir otra sociedad en este país. En efecto, la esperanza de los partidos del FIT, del MST, del Nuevo MAS y de casi todo el resto, es la de suceder al kirchnerismo, o si se quiere, heredarlo. Esa perspectiva dominó, otra vez, a casi toda la izquierda durante por lo menos sesenta años. Ya sea que se le declarase terminado por ausencia de su líder exiliado, por un agotamiento "generacional", por el abandono de sus "tareas históricas", o por el deceso de Perón, la izquierda argentina, con escasas y honrosas excepciones (el PRT-ERP, por ejemplo), vivió pensándose no en relación a un programa y unas tareas inmediatas dictadas por la realidad, sino como un apéndice de un movimiento social que dirigía otro. Las variaciones tácticas conformaron un abanico enorme, empezando desde la simple conversión (el peronismo es la revolución), hasta la independencia formal más rabiosa pero expectante (vamos a demostrar que somos más combativos y que recogemos las banderas que el peronismo abandona). En el medio, muchas variantes, desde el entrismo "bajo la disciplina del General Perón", hasta la teoría del "entorno". Todas estas posiciones presuponían que:

 

1. El peronismo era un movimiento social vasto y enraizado en la población;

2. Representaba un programa político adecuado a la situación de su emergencia;

3. Cualquier transformación social en el país pasaba, necesariamente, por el interior del peronismo;

4. Los obreros no discuten política, luchan.

 

El primer presupuesto resultaba discutible en el inicio del fenómeno. En efecto, hasta el mismo Perón se sorprendió de una victoria que incluso en un primer momento pareció estar del otro lado. La idea de que el partido de izquierda más grande de la historia argentina, el PC, un verdadero partido de masas, con una trayectoria de combates de clase de primer nivel y con el respaldo del primer Estado Obrero del mundo, tenía que claudicar ante un coronel recién llegado, es absurda. Es leer la historia anacrónicamente. En ese momento, si Perón tenía o no respaldo de las masas era una incógnita. El error del PC no fue no apoyar a Perón, sino marchar detrás de la Unión Democrática. Dicho de otro modo, aliarse con un partido claramente patronal. Desde una candidatura propia hasta la "prescindencia", había mucho para hacer sin claudicar. Desde un punto de vista trotskista, la política de Frente Popular selló su fortuna. Sin embargo, más determinante fue la errónea lectura de lo que estaba formándose frente a sus ojos: en lugar de observar allí que sus sueños "frentepopulistas" se estaban haciendo realidad (eso y no otra cosa es el peronismo), prefirió ver el ascenso del fascismo (error que no cometieron muchos de sus militantes, que se enlistaron rápidamente en las filas del naciente "justicialismo"). En lugar de percibir una batalla de clase, vio una confrontación "democrática". En el fondo, la pérdida de la perspectiva de independencia de clase conquistada durante la etapa anterior (el período "clase contra clase") arrastró al PC hacia su derrota.

A partir de allí, el peronismo se construyó como un movimiento social "peronista". Es decir, el propio Perón debió conquistarlo para su hegemonía. De allí la represión a las tendencias sindicalistas y a cualquier tipo de oposición interna. El peronismo no nació el 17 de Octubre, sino mucho después. Como sea, desde el inicio de su segundo mandato resultó claro que el peronismo era ya una realidad en las masas, algo que solo la izquierda "gorila" (el Partido Socialista y algunos sectores del anarquismo, entre otros), persistía en negar. El "gorilismo" consistía en eso: en negarle al peronismo una carnadura real en la clase obrera, reducirlo a una fantasmagoría ideológica resultado de la "dádiva" por un lado, y la "ignorancia" por el otro. Perón era un demagogo sin programa y la clase obrera una masa sin cabeza. Rechazando, correctamente, esa perspectiva, el resto de la izquierda (desde el PC hasta el trotskismo, pasando por todas las variantes nacionalistas) se embarcó en una "relectura" del peronismo que desembocó en la creación del "Síndrome del 17 de octubre". Es decir, en la convicción de que la izquierda debía purgar su "error" histórico (el apoyo a la Unión Democrática) con una larga serie de pleitesías y abluciones.

El tiempo pasó y la izquierda argentina vio desaparecer al peronismo delante de sus ojos sin que se produjera ningún "traspaso" histórico. Lo que sí se vio en todos aquellos que "jugaron" al peronismo, fue el resultado contrario: todos terminaron fagocitados por Perón, privando a la clase obrera de una alternativa. El asunto llegó hasta la tragedia: basta pensar en la cantidad de compañeros asesinados "justicialistamente", que gastaron su vida en el "luche y vuelve". Construyeron con su propia actividad a su propio asesino. Parece que de esa experiencia no hemos aprendido nada. La izquierda argentina tiene una debilidad congénita con el bonapartismo.

La vinculación de este proceso con el actual "post-kirchnerismo" es hasta cierto punto exagerada. Lo que vuelve a esta izquierda más ridícula que aquella. Porque el peronismo era un fenómeno social real, no un simple invento desde el aparato del Estado, como La Cámpora. En aquel entonces, competir con el peronismo era hacerlo con un organismo vivo, de combate. Tras la caída de Perón, la "columna vertebral", el movimiento obrero, tuvo siempre un ala conciliadora, burócrata, y una anti-burocrática, combativa. Pero La Cámpora no es más que un conjunto de "militantes" rentados solo unidos por las agencias gubernamentales. No ha combatido nunca. No nació de ninguna lucha. Ni siquiera ha probado ninguna predisposición a luchar, a pesar de que los están expulsando de todos lados. Pretender "heredar" al peronismo era pretender quedarse con un cuerpo combativo, contradictorio, pero combativo, burgués, pero combativo. Pretender "heredar" al kirchnerismo es la farsa de una tragedia. El PTS ya esperaba hacerlo en las PASO y, de hecho, lo consiguió, ganando las internas con los votos de la "combativa" Mendoza. El PO se rindió ante el hecho y, tras prometer una campaña "obrera y socialista" para la primera vuelta, promovió al "joven" Solano como contrapeso de Del Caño. Terminada la demagogia electoral, donde un frente de "trotskistas" no mencionó el socialismo una sola vez, caído el kirchnerismo, uno pensaba que empezaba otra época. Pero no, todo se profundizó para peor: ahora el PTS pone sus medios de comunicación al servicio del kirchnerismo (véase La izquierda diario e Ideas de Izquierda), mientras un PO completamente a la deriva no sale todavía del impasse en la que lo sumió la derrota del "hombre viejo" frente al "niño bonito".

El PTS ya había comenzado su acercamiento al kirchnerismo en provincia de Buenos Aires unos años atrás, cuando se votó la ley de jardines maternales y en la defensa del Plan Fines II. Incluso se diría que antes, al definirlo como un gobierno "reformista". Ahora, pretende enfilar a toda la izquierda en una defensa sin crítica del kirchnerismo frente a la "nueva derecha" macrista. Se llama, solapadamente, a un frente único con La Cámpora, en la esperanza de que cuando quede claro que no está dispuesta a luchar, sus "bases" (a las que nadie ve por ningún lado, salvo que se tome por tal al grupito que sigue a Kiciloff en Parque Centenario) se harán trotskistas. Hay, entonces, que tratarlos bien. El PO no desentona en relación a esta lógica, igual que Izquierda Socialista. El Nuevo MAS se suma ahora a este grupo de "kirchneristas del día después", con pasión renovada, demostrando que de "nuevo" no tiene nada, salvo el hecho de que todos, hoy por hoy, se han vuelto morenistas. En defensa del viejo Moreno, estos son su farsa...

Esta claudicación de la izquierda frente al kirchnerismo tuvo un ejemplo más claro y reciente en las discusiones sobre las acciones a seguir por la libertad de Milagro Sala. El PTS, junto con el NMAS, el MST y la TPR fueron de cabeza a la marcha convocada por el kirchnerismo. Además de ser una muestra de claudicación política, la movilización sirvió para medir el caudal militante de La Cámpora: nulo. Si la izquierda se juntaba toda, en esa ocasión faltó sin aviso el PO, hubieran duplicado las huestes camporistas. El PO dio gala de "independencia" política declarándose incapaz de organizar un acto propio pero criticando a los que fueron. Ahora el partido de Solano se siente más cómodo en la nueva marcha organizada por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia porque no la convoca el kirchnerismo. Pero las consignas de esta nueva marcha son kirchneristas. No importa que se confluya en un solo espacio, se marche por separado o en un día distinto. La "independencia" política está en las consignas con las que se marcha. Las consignas resumen un programa político. ¿Cuál es el programa político de esta nueva marcha? Igual que la anterior: libertad a Milagro Sala. Es cierto que se agrega que se marcha contra las leyes "represivas" y contra la "criminalización" de la protesta, consignas que no están del todo mal aunque son confusas: todas las leyes son represivas (sería mejor ser más precisos en este punto) y la protesta está ya criminalizada (existen normas que la penalizan, hay que pedir que sean abolidas). Pero sin una delimitación de la política de Milagro Sala, es decir, del kirchnerismo, no existe independencia política, se marche cuando se marche.

En efecto: pedir la libertad de alguien porque se le aplica una norma que puede usarse no solo contra un revolucionario sino contra cualquier honesto luchador, sin aclarar que este no es el caso, es lo mismo que declararlo en tal sentido. Al no decirse que Milagro Sala se dedicó a explotar obreros, engrosó su fortuna personal, reprimió a compañeros, es sospechosa de tener en su organización asesinos de militantes, formó parte del aparato de control y represión del kirchnerismo, se ha proclamado jefa de la barra brava de Gimnasia de Jujuy y se la acusa de relaciones con el narcotráfico, se la está limpiando de todas estas acusaciones y se la reivindica como una compañera de lucha. Y de paso, se está haciendo lo mismo con todo el kirchnerismo. Es solo cuestión de tiempo que la reivindicación se extienda a Aníbal Fernández o a Milani, porque después de todo ya se apela a la conducción de Cristina y Scioli (¿qué otra cosa es, si no, pedirles que se pronuncien?). Por decir esto en el acto organizado por el kirchnerismo, nos agredió el Movimiento Evita. En el Encuentro, se nos rieron en la cara cuando planteamos esto y otras cosas, entre ellas, rechazar las cooperativas y pedir el pase a planta permanente de todos los desocupados, a pesar de que estábamos entre gente supuestamente de izquierda. Esta voluntad de no desmarcarse del kirchnerismo esconde mucho más que un error oportunista.

 

La continuidad de un déficit programático

 

Los papelones que hemos visto realizar a los partidos del FIT en este último tiempo, se podrían explicar por remisión al estado de conciencia de la clase obrera. Indudablemente, hay algo de cierto en el asunto, toda vez que una clase que se orientara francamente en sentido revolucionario repudiaría este tipo de conductas y elegiría otra dirección. Pero un razonamiento de ese tipo tiende a hacer inútil no solo al partido sino todo tipo de organización, puesto que cuando la clase "quiera" podrá realizar lo que quiera. Es un presupuesto falso, que tiene, además, la "virtud" de descargar a la izquierda de toda responsabilidad y justificar todas sus miserias. Pero el partido es parte de la clase. Es más, por inútil que sea, es su parte más consciente. De modo que lo que haga o deje de hacer no puede no tener consecuencias. Si la vanguardia está confundida, ¿cómo puede el resto ser responsable?

Por el contrario, creemos que los partidos de izquierda cometen errores y que esos errores tienen consecuencias, desde las más leves a las más graves. Y tales errores no se limitan al "reflejo" de las condiciones de conciencia de las clases. Y aunque así lo fuera, hay que explicitarlos y combatirlos. Formamos parte de una tradición, el marxismo, que se fundó como respuesta al utopismo, defendiendo su carácter científico. Es decir, que otorga a las ideas un lugar en la lucha. Podrían aportarse otras razones y otras fuentes de explicación a las taras de nuestra izquierda revolucionaria, desde las sicológicas a las generacionales, pero en lo que a nosotros nos compete, las que provienen de una equivocada concepción de la realidad son las más importantes.

A nuestro entender, la actual recaída "peronista" de la izquierda argentina, se sustenta en los siguientes errores conceptuales:

 

1. Nacionalismo

2. Espontaneísmo

3. Oportunismo

4. Anti-intelectualismo

5. Sindicalismo

6. Parlamentarismo

7. Narcisismo

 

Nacionalismo

 

Por empezar, la izquierda revolucionaria argentina comparte con el peronismo mucho más de lo que cree. No sería muy difícil argumentar esto frente al guevarismo, al maoísmo o el estalinismo vernáculo, aunque pareciera inapropiado para el trotskismo. En realidad, éste último es tan nacionalista como los anteriores. Heredaron de Trotsky una fórmula que repiten sin pensarla demasiado, según la cual la Argentina es un país semicolonial y dependiente, donde, por lo tanto, no se han completado las tareas nacionales. De modo que hay un déficit de la nación que sería completado por la acción del proletariado en la revolución permanente. Pero la Argentina no es un país donde las tareas nacionales estén inconclusas. Cuando se les pregunta a los trotskistas argentinos cuáles son las tareas pendientes, no saben qué contestar. En el mejor de los casos aluden a las Malvinas, como si ese fuera un problema nacional, es decir, a la altura de la ocupación inglesa de Irlanda y la imposible unidad territorial polaca en el siglo XIX, o la situación de palestinos y kurdos en el siglo XX. Por el contrario, la Argentina no sería distinta de lo que es hoy, con Malvinas o sin Malvinas.

El trotskismo también cree que en la Argentina todavía hay campesinos y que una solución a los problemas del atraso argentino la constituye la reforma agraria. Cree también que en nuestro país no hay una verdadera burguesía, porque la revolución burguesa argentina fracasó. Consecuentemente, todo arrebato nacionalista por parte de alguna fracción burguesa, se le ocurre una oportunidad que vale la pena aprovechar, aunque más no sea para demostrar la inutilidad de la clase dominante y "heredar" el movimiento desarrollado por ella. La condición es que la izquierda demuestre que es más consecuente en la defensa de la "patria" que la propia burguesía. Con este criterio, por ejemplo, casi toda la izquierda argentina marchó detrás de Galtieri a Malvinas.

 

Espontaneísmo

 

La "teoría" de la "herencia" propia de la izquierda argentina es finalmente la consecuencia de una concepción espontaneísta de la lucha de clases. El trotskismo cree que la conciencia es un hecho fijo que solo cambia por una catástrofe y sin intervención del partido. De allí que, en espera de ese hecho conmocionante, es preferible mentir al proletariado. Luchar por la vuelta de Perón (o de Cristina) en espera de la "traición" del mentado personaje, que exponga su "verdadera" naturaleza, presupone que el proletariado no entenderá nada de lo que se le diga en contra de su conciencia. El proletariado debe "experimentar" el fracaso para ver la realidad. Mientras tanto, lo único que conseguiremos es alienarlo de nuestras filas. Es indudable que el "Síndrome del 17 de Octubre" está en la raíz de esta concepción, aunque ella llega hasta el fundador de la progenie.

De esta manera, el partido niega su rol fundamental como educador de la clase y su lugar como vanguardia. Contrariamente a lo que se cree, este rechazo de todo "vanguardismo" no es un invento posmoderno. Mucho más fácil de ver en la tradición "morenista" (desde Moreno hasta el PTS, pasando por IS y el MST), esta desvalorización de la función intelectual del partido está presente también en el PO y su concepción liberal de la cultura, derivada de la famosa tesis de Trotsky sobre la libertad al arte. Lo que se pierde, en esta perspectiva, es la lucha política misma: cuando se pide la libertad a Milagro Sala pero no se dice nada sobre su política, se abandona la lucha política. No sea que la conciencia "camporista" se nos enoje...

 

Anti-intelectualismo

 

La izquierda argentina considera una pérdida de tiempo detenerse a examinar con detalle los problemas. Prefiere seguir el catálogo de máximas dejado por Trotsky antes que ponerse a estudiar la historia argentina. Hemos preguntado más de una vez, qué, del abundante palabrerío de la izquierda trotskista argentina, equivale a El desarrollo del capitalismo en Rusia. La única respuesta es la escuálida y completamente falsa perspectiva histórica que brota de los tomitos de Milcíades Peña. Incluso en el PTS, todo su desarrollo "intelectual" consiste en una eterna glosa de los textos sagrados. Cuando se aventura más allá, como en un reciente libro sobre la economía kirchnerista, nos encontramos en el reino de los prejuicios burgueses. Se da el caso grave de que militantes sindicales desconocen cuestiones elementales sobre la lucha en su propio gremio (como los compañeros que activan en la docencia y no saben lo que es el Plan Fines II, o defienden el creacionismo en las escuelas); partidos como el PO y el PTS que abandonan a capas obreras completas con el argumento de que son "campesinos" o "población originaria"; que llevan décadas hablando de la "privatización" educativa cuando ella no se verifica en ninguna cifra, mientras omiten denunciar la degradación general de la educación o directamente la promueven (como el PTS con el Plan Fines II); que están dispuestos a otorgar privilegios a la burguesía agraria con el argumento de que los chacareros son campesinos. No se trata solamente de la ausencia de escuelas de cuadros, sino de algo aún peor: un déficit teórico completo en el conocimiento de la realidad.

 

Oportunismo

 

Es la consecuencia lógica del punto anterior. En la medida en que el partido procede como un relojero ciego, aún sin la voluntad de hacerlo, actúa de modo puramente empírico, siguiendo más que una evaluación seria de la realidad y una serie de principios, la viveza criolla. Así fue como el PTS destruyó (con la anuencia y la colaboración del PO, por supuesto) el FIT aprovechando la conciencia "camporista" en las PASO, al solo efecto de ganarle a su oponente el primer lugar en la lista presidencial. Un objetivo completamente mezquino produce un desastre político en una construcción de entidad superior.

 

Sindicalismo

 

La lucha política de expresiones como el maoísmo y el estalinismo pasa por alianzas con la burguesía "progresista". Esta estrategia las ha llevado virtualmente a la desaparición, sobre todo a éste último. Como consecuencia de la ausencia una estrategia de lucha política, el trotskismo se limita a la lucha sindical. Cuando estalla una crisis política, carece de toda capacidad de intervención, salvo que el epicentro del movimiento se encuentre estrechamente ligado a reivindicaciones sindicales, como sucedió en el 2001 con relación a los desocupados y las fábricas ocupadas, que llevó a la formación de la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Es decir, cuando el manual (el Programa de transición, en este caso), coincide con la realidad. Cuando la crisis no llega hasta ese punto, carece de capacidad de intervención, como sucedió durante el conflicto con el campo en 2008, en el que los partidos del FIT se pronunciaron por el "ni" ("ni con el campo ni con el gobierno"). Otra expresión de este sindicalismo es el "anti-burocratismo" y el "democratismo". Consiste en realizar una tarea sindical haciendo eje en la lucha "democrática" en el sindicato, es decir, en la lucha contra la burocracia en nombre del respeto a las "bases". Se trata de un basismo saludable pero corto de miras, cuya consecuencia es la ausencia de lucha política en las comisiones internas. El militante de izquierda que logra hacerse votar por sus compañeros no lo hace en tanto representante de un partido o de un programa, sino por su honestidad y su compromiso en la lucha. El resultado es que el avance sindical no se traduce en avance político. El caso del PTS es muy claro: conquista comisiones internas en muchos lugares, pero luego no puede arrastrar a las comisiones internas ni siquiera a una marcha del 1° de Mayo.

 

Parlamentarismo

 

La izquierda argentina se muere por un puesto en el congreso. Se han visto discusiones homéricas, llenas de citas a los clásicos e insultos varios, simplemente por quién encabeza la lista. El ejemplo más patético fue la pelea en las PASO por una candidatura imposible a Presidente y Vice. No está mal conseguir espacios desde los cuales se puede potenciar la lucha en todos los campos. La izquierda debe ir a todas las elecciones posibles a buscar los mejores resultados posibles. Ese no es el problema. Lo cuestionable es que se busque semejante objetivo ocultando el programa que se supone debe propagandizarse. El peor ejemplo, otra vez, lo dieron los partidos del FIT, que se declararon proscriptos porque se les impedía participar de las elecciones si en las PASO no superaban el piso de 1,5%. Amén de que un partido no puede considerarse proscripto porque no lo vota nadie (eso significa no alcanzar el 1,5%), hacer campaña durante casi un año completo sin mencionar una sola vez la palabra socialismo, es simplemente vergonzoso. Como la proscripción es, finalmente, la proscripción de un programa, al elegir ese contenido burgués para la campaña, la izquierda socialista revolucionaria se proscribió sola. En nombre de que la clase obrera "no está preparada" para eso, se hizo campaña con un discurso posmoderno y burgués, humillándose por un voto "democrático" para que la "voz" de la izquierda se escuche en el Congreso. No se sabe para qué es necesario que se escuche una "voz" que no desentona del discurso de una Carrió o una Stolbizer.

 

Narcisismo

 

Es innegable que los partidos del FIT poseen una dosis nada despreciable de narcisismo. De auto-enamoramiento, de goce con su propia imagen. De otro modo no se entiende por qué tres partidos que son programáticamente idénticos y que, más allá del ruido mediático y de las chicanas, tienden a actuar de la misma manera en los mismos ámbitos, son incapaces de fusionarse en una sola organización y hasta carecen de habilidad más elemental para mantener una simple coalición electoral estable. Se niegan a la discusión programática, entre otras cosas, porque no hay nada que discutir y quedaría en evidencia que el problema está en otro lado, en las pequeñas ambiciones personales en torno a posiciones de poder minúsculas en espacios que carecen de todo poder real. El aislamiento de las masas, el escaso peso social, explican en parte esta predisposición permanente a mirarse al espejo. Sin embargo, también refleja un enorme temor a la exposición al fracaso, a perder lo construido. Una buena dosis de coraje político podría haber salvado la situación cuando se constituyó el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Lamentablemente, el FIT perdió la oportunidad de refundar toda la izquierda argentina para transformarse en un bochornoso sainete permanente.

 

La izquierda, una vez más, sin política

 

Todas estas taras se reflejan en las vacilaciones actuales de la izquierda frente al kirchnerismo. Como dijimos más arriba, los partidos del FIT creen que existe una población "vacante", disputable, producto de la desilusión y la desmoralización. Tal fenómeno no se verificó en las elecciones generales, más bien lo contrario: después del magro "tres coma algo" de las primarias, el FIT no pudo retener prácticamente nada cuando ordenó el voto en blanco. Si eso no ocurrió hasta ahora, no hay razón para pensar que pueda suceder hoy. Pero el problema no es ese, el problema es la mimetización con la cual se pretende conseguirlo, es decir, el abandono del programa propio en beneficio de aquel que se quiere combatir. Cómo se va a conquistar para el socialismo a gente a la que se le remarca permanentemente que lo que piensa está bien, que no tiene que abandonar ninguna ilusión, es razonamiento extraño. Así, otra vez, se termina construyendo al enemigo que se quiere derrotar. En este caso, el asunto roza la estupidez, porque el peronismo era una realidad, La Cámpora es un invento. Pero si la izquierda sigue así, terminará por darle un cuerpo, un programa y un conjunto de dirigentes.

La izquierda no solamente no se delimita del kirchnerismo, como lo prueba la carga de la crítica sobre Macri sin señalar que Cristina es la responsable de buena parte de lo que se está sincerando ahora (el endeudamiento, la crisis fiscal, la desocupación, la inflación, etc.). O como hace el PTS en su último documento nacional, que se cuida bien de nombrarla y recarga toda la responsabilidad en Scioli, negando la existencia de un brutal ajuste en pleno gobierno de la "Señora". Y cuando se la nombra, se la deja bien parada en la comparación con Macri, por ejemplo, en el gobierno por decreto, punto en que se pretende que el PRO ha superado a la "señora DNU". La izquierda limpia el pasado kirchnerista al no hablar del narcotráfico, de la corrupción que corrompió camadas enteras de dirigentes populares (desde Hebe de Bonafini hasta la mismísima Milagro Sala), de la venalidad de los intelectuales y periodistas K, de la gran mentira que fue la última década, de su rol de contención y cooptación de las masas (aunque ahora parece descubrir que se trató de un gobierno de "desvío"), de la represión K y del ajuste a través de la inflación. Se copia hasta el lenguaje ("CEOcracia", como dice el PTS, citando a Máximo).

Lo peor, sin embargo, no es este silencio cómplice sobre el pasado. Lo peor es la adopción de la estrategia fijada por La Cámpora: la "resistencia". Resistir significa no ir por más, no luchar por una mejora sino reivindicar el statu quo. Reivindicar el statu quo es reivindicar el kirchnerismo. Y pretender que las masas lo acepten como lo mejor para ellas. Así, vemos al FIT reclamar la libertad de Milagro Sala y defender el sistema de cooperativas con las cuales se híper explota a los obreros, en lugar de exigir su transformación en empleados del Estado, en blanco y con todos los derechos de un empleo estatal. Se exige el fin de los despidos, como si no hubiera una masa enorme de desocupados por los que no haría falta pedir nada y como si no hubiera decenas de millones de necesidades insatisfechas que podrían serlo con más empleo público. Se defiende el empleo público sin cuestionar la política punteril de los partidos burgueses, que en lugar de darles a los trabajadores una ubicación socialmente útil los utilizan como parte de la red de control y dominio burgués. O como si la solución pasara por más subsidios a una burguesía inútil y parásita como la de Cresta Roja, en lugar de la estatización bajo control obrero de toda una rama de la producción completamente ineficiente. Se critica la "militarización" de la seguridad, pero no se dice nada acerca de los gravísimos problemas de ese tipo que enfrentan los trabajadores todos los días, por ejemplo, el derecho al control popular de la policía y de la sindicalización de las fuerzas armadas. No existe un plan de lucha integral para la docencia, solo nos preparamos para la paritaria. Se habla de la ley de medios y la "censura" de millonarios como Víctor Hugo o arribistas sin escrúpulos como los de 6, 7, 8 (el "malo" es, por supuesto, Spolski, Cristina y su censura real no tiene nada que ver). En medio de la demagogia pluralista del PRO, el FIT se olvida de exigir para los partidos de izquierda un porcentaje de participación en los medios que coincida al menos con su peso electoral. Parece más importante defender el lugar de los explotadores del pueblo y sus mentidores oficiales que conquistar un lugar para los nuestros. Podríamos seguir así, sumando páginas y páginas. Esta izquierda no supera el horizonte mental del día a día, aunque crea que citando un rosario de medidas que no están en el horizonte real ("nacionalización de la banca y el comercio exterior", por ejemplo) escapa a esta falta de imaginación política. Y, por sobre todas las cosas, no se habla de Socialismo. Dicho de otra manera, sindicalismo sin política.

 

El problema del método

 

Aunque cada uno de los partidos de izquierda en la Argentina, dentro y fuera del FIT, se considera el partido revolucionario, éste se encuentra disperso en la multitud de organizaciones de todo tipo que pueblan el territorio argentino. Ya nos cansamos de pedir a los que son iguales que pongan límite a la dispersión unificándose. El FIT se ha demostrado un instrumento inútil y, en manos del PTS, que asume ahora de facto su titularidad, va camino a envilecerse como simple sello de campaña, como marca registrada del cretinismo parlamentario. Llegó la hora de ir más allá del FIT. Es necesario organizar un gran encuentro nacional de todas las fuerzas de izquierda, absolutamente de todas, en el que se ponga a debate la experiencia que hemos vivido desde el 2001 hasta aquí, con vistas a una tarea de construcción partidaria amplia, más allá de los Narcisos y su goce autocomplaciente en la marginalidad y la derrota. Para eso hay que superar el método auto-proclamatorio y la resolución de aparato e ir a una discusión amplia, franca y abierta.

Razón y Revolución está organizando, en el marco de sus Jornadas de Investigación, un gran Encuentro Internacional de la Izquierda. Llamamos a todas las organizaciones políticas, grupos de propaganda o de militantes independientes a contactarse con nosotros para co-organizar la experiencia. Grande o pequeña, no dejará de rendir sus frutos y de prepararnos para lo que viene, para superar el sueño peronista de la izquierda argentina y luchar por el Socialismo.

 

Razón y Revolución

 

 

 

 

 

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jueves, 28 de enero de 2016

RV: [Confederacion Profesionales Vzla] JULIO PORTILLO

 

 

 

 

Las Huellas del Tiempo

Ya no vienen

Julio Portillo

El Zar de Rusia Pedro I, el Grande, recomendó a su país, antes de la revolución bolchevique, que su destino era unirse a Europa, donde estaba la civilización y el progreso y desprenderse de una serie de republiquetas que vivían parasitas de Rusia.

 

Cuando narraba esta historia a mis alumnos militares de geopolítica, más de uno, aun a riesgo de que el régimen autoritario chavista lo execrara, no aguantaban y decían: "eso es lo que nosotros tenemos que hacer con Nicaragua, Cuba, Argentina, Bolivia, Ecuador, Granada, que viven parasitas de Venezuela".

 

El prepotente Presidente del Ecuador Rafael Correa, se dedica a llamar a la oposición venezolana golpista y en discursitos diceles a sus compatriotas que Venezuela prácticamente no existía antes que Chávez llegara al poder. Que era un país pobre, hambriento, con el dinero de sus oligarcas invertido en mansiones en Miami.

 

A este caciquito hasta hace poco con la manía de relegirse hay que recordarle que en los cuarenta años de república civil que tuvo  Venezuela desde 1958 a 1998, hubo el mayor progreso y desarrollo de esta nación, donde la oposición ganó el poder varias veces, con una PDVSA modelo en el mundo, reservas internacionales cuantiosas, país sin emigraciones de sus nacionales,  supermercados llenos de comida, becarios en el exterior, militares en los cuarteles, separación de poderes, un bolívar verdaderamente fuerte.

 

Es notable que ya no vienen a Caracas, Evo Morales, Daniel Ortega, Raúl Castro, Rafael Correa, los ex Cristina Fernández, José Mújica, Manuel Zelaya, aduladores de todo pelambre, lisonjeros, pilletes, que colmaban a Chávez de toda clase de alabanzas, para arrancarle los dólares del petróleo que ahora no nos devuelven, ante la crisis, ni en caraotas, arroz, café, azúcar y otros productos de los cuales escasean los venezolanos. Era lo que el célebre periodista Pedro María Morantes, Pío Gil, llamaba los felicitadores. Apuntando que "Si no hubiera déspotas, no hubiera serviles".

Nadie puede ocultar la crisis humanitaria y moral que atraviesa Venezuela. No hay alimentos, medicinas, buenos hospitales, escuelas excelentes y hasta se duda si las reservas internacionales en oro, están en las bóvedas del Banco Central de Venezuela y no se las han llevado para Cuba. Es la época donde un Presidente que debiera renunciar por incapaz, vale más que un letrado.

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Sagrado Corazón de Jesús

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¡Deténte! El Corazón de Jesús está conmigo. ¡Venga a nosotros tu reino

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