Por Oswaldo Álvarez Paz
Venezuela entera conoce nuestra posición. La verdadera naturaleza del enorme problema que tenemos no es ni será electoral. Es de principios y valores que se diluyen en una República que está siendo destruida aceleradamente. La idea es imponer un estado socialista a la cubana, por las buenas o por las malas. Para tal fin el Presidente ha concentrado todo el poder político y económico del sector público y ha logrado debilitar al máximo el poder del sector privado en lo económico, en lo social, en lo cultural y hasta en lo religioso. Lo que no controla directamente, ya no está en condiciones de entorpecer u oponerse exitosamente a sus propósitos de acabar con la alternabilidad, el pluralismo, la propiedad, la libertad económica y de información y con la tradición democrática de nuestra política exterior para solo mencionar algunos aspectos de la agenda de Chávez. Ha sellado peligrosas alianzas con factores nacionales, continentales y mundiales que generan obligaciones de hacer a favor de los aliados y consecuencias nefastas para la nación hoy más desamparada e indefensa que nunca.
En reciente alocución señaló el próximo 15 de diciembre como fecha tope para que la Asamblea Nacional derogue la legislación democrática aún vigente y la sustituya por el marco legal que necesita para darle soporte al proceso revolucionario. Amenazó a los babosos diputados con asumir nuevamente, él en persona, la responsabilidad de la tarea si no son capaces de hacerlo en el lapso señalado. Al mismo tiempo y por estos días, anda en ofensiva política alrededor del ALBA amenazando, a todos con todo, interviniendo en la vida interna de pueblos, naciones y organizaciones, calumniando y exponiendo al odio público a los dirigentes más democráticos y serios del continente. Lo de Honduras debería servir para que el mundo libre abra los ojos y reaccione de manera eficiente para ayudarnos a detener la locura que avanza. Con dificultades, es cierto, pero avanza. Hay en el régimen claridad de objetivos, unidad de mando y recursos infinitos. Por fortuna también abundan corrompidos y corruptores de la peor calaña y una ineficiencia digna de olimpíadas mundiales.
Este proceso únicamente será detenido con la sustitución del régimen. Hemos dicho que el objetivo de la lucha democrática debe ser lograrlo en el menor tiempo posible. No sabemos cuanto es el menor tiempo, será necesario, sin descansar en el empeño. Tampoco debemos caer en el permanente juego de intereses parciales de personas y grupos opositores, ni limitar los caminos existentes para lograr el cambio cualitativo que Venezuela necesita a lo estrictamente electoral. En esta coyuntura, sin instituciones a las cuales apelar, con una comunidad internacional mediatizada aunque conciente del problema, hay que apelar directamente a la gente, a la juventud civil y militar. En pocas palabras, a la nación como entidad sociológica, en actitud de resistencia firme y definitiva frente a lo que está llegando.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 19 de octubre de 2009