Todo indica que crecen las condiciones para producir un cambio. Si esto es así se debe estudiar con detenimiento cuál sería el futuro inmediato del país. Por lo que respecta a la disidencia, todas las fuerzas que la conforman están bastante claras: la más amplia unidad, escogencia de un candidato único mediante primarias, tarjeta única, tener listas las grandes líneas que habrán de aplicarse una vez que Chávez sea sustituido.
En primer lugar, se trata de conformar un gobierno de Unidad Nacional con el máximo de respaldo popular. A este gobierno le corresponde iniciar la patriótica tarea de reconciliar a todos los venezolanos sobre la base de una Constitución que declara enfáticamente que Venezuela es y será para siempre democrática y basada en ella,
Conquistar el funcionamiento democrático de la sociedad venezolana, basada en la Constitución Nacional y en el cumplimiento de mandatos inevitables como serían aquellos vinculados con la cuestión social. El modelo económico que se instauraría tendría que atender en forma prioritaria, mediante la distribución del excedente petrolero, a los sectores populares, a los excluidos. Revisando materiales correspondientes a enero de 1958 este objetivo quedó un tanto relegado por lo imperativo del problema político, pero estaba inscrito como resultado del cambio de gobierno. Un gobierno de Unidad Nacional, democrático, popular, nacionalista. No dependiente de ninguna nación extranjera, como el autócrata ha colocado a nuestro país bajo la subordinación de Fidel, del gobierno cubano.
Después de Chávez, Venezuela entrará en una nueva etapa de reconciliación, de democracia con equidad, con justicia social. Se deben restablecer las Instituciones democráticas, y su aparato productivo debe cobrar fluidez mediante el respeto a la propiedad privada, a la inversión nacional y extranjera que junto con la inversión estatal crearán un nuevo piso para un país moderno, de progreso, de avanzada, cónsono con la revolución científico-técnica que se adelanta en el mundo.
Hay que exponer seguridad y firmeza en el camino adoptado. No se trata de un salto en el vacío sino de colocar a Venezuela en la dirección correcta que redunde en beneficio de todos. La ruta democrática y de equidad y justicia social es hoy el sentimiento mayoritario. Los golpistas y aventureros están del otro lado, desesperados e imaginándose cualquier aventura anticonstitucional.