APRENDER DE CHILE
Y
DE SU EXITOSO MODELO ECONÓMICO
Prof. Alexander Torres Mega
Teniendo a la vista las primeras cifras oficiales que revelaron el claro triunfo de la derecha en Chile, el gobierno socialista se vio obligado a confesar su derrota irreversible. Legítimamente, la derecha festeja. ¡Oh, que horror! -pensarán algunos- dice ¡“derecha”!. Se trata de un término que espanta a mediocres despistados y a tibios malintencionados. Se suavizan los efectos si se le sustituye por “centro-derecha” o si se le contrasta con una eventual o imaginaria “ultra-derecha”. En fin, es un problema de rótulos manipulados por la izquierda que nubla la visión e impide discernir los contenidos que debieran ser definidos clara y previamente.
Por mi parte, rechazaría el término si por “derecha” se entendiera fascismo, nazifascismo o similar. En cambio, acepto y asumo el calificativo de derechista para designar una posición ideológica defensora de la libertad, del derecho de propiedad, del principio de subsidiariedad, de la familia como institución, de valores tradicionales, etc.
Más de un periodista con fisonomía triste y voz apesadumbrada va confirmando la derrota socialista. Lo hacen casi como si diese una noticia necrológica, aunque se esfuerzan por disimular. Son los papagayos rojos que desearían no tener que dar esta noticia y se esfuerzan por minimizar su alcance.
Atendiendo a los contenidos, ¿con qué ideas, principios y experiencias se asocian estos resultados, tanto dentro como fuera de Chile?
Salta a la vista, como primerísima idea asociada, el exitoso modelo económico chileno instaurado gracias al gobierno del Gral. Pinochet. En efecto, después de la trágica experiencia socialista y procastrista de Allende, con su secuela de miseria y opresión, se logró restaurar los más sanos principios, se recuperó la vigencia del derecho de propiedad y de la libre iniciativa.
Todavía hoy, el común de los chilenos es consciente que todo lo bueno del sistema, lejos de debérselo a los gobiernos de izquierda “moderada”, lo heredan de Pinochet. Saben bien los chilenos -y debiera saberlo el mundo entero- que ese modelo ha permitido a Chile convertirse en ejemplar líder de la región, insertarse en el mundo globalizado y mejorar sustancialmente la calidad de vida de los habitantes.
Desde Pinochet, en medio del orden y de la estabilidad, florecen la prosperidad y el progreso. La economía de mercado, sólida y victoriosa, lleva a Chile a ingresar este año a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo conformado por las primeras treinta economías en el mundo.
Pinochet es el típico nombre que divide radicalmente las aguas. No deja de verse una gigantesca hipocresía en quienes abundan en calificativos agraviantes contra Pinochet y son benévolos con Fidel Castro, Chávez y sus compinches. Se muestran muy indignados con Pinochet –que luego de rescatar a Chile, entregó el poder voluntariamente- y son unas tímidas señoritas para referirse al más antiguo, inescrupuloso y sanguinario dictador vitalicio que convirtió a Cuba en una cárcel inhumana.
Usted, lector, ¿cree que los militantes de izquierda son sinceros demócratas contrarios a los gobiernos de fuerza? Le aseguro que no. Ellos han sido y son favorables a los gobiernos dictatoriales siempre que respondan a su mismo signo ideológico. Por ello, aplaudieron y aplauden a las brutales dictaduras comunistas padecidas durante décadas en Europa Oriental y ahora siguen aplaudiendo al régimen tiránico de Fidel Castro y a las otras dictaduras comunistas menos conocidas por el silencio que impone la casi totalidad de los medios de comunicación.
¿Cree que son auténticos cuando dicen ser defensores de los DDHH? Aquí también, como respuesta, corresponde otro categórico NO porque lo que hacen, en realidad, es usar hipócritamente el tema "derechos humanos" para atacar a los gobiernos anticomunistas.
Darle crédito a un militante del marxileninismo en su discurso a favor de los derechos humanos y en contra de las dictaduras, sería como confiar en la prédica de un narcotraficante contra el consumo de drogas.
Es tan sincero el militante marxista hablando de democracia y derechos humanos como un pirómano que niega su tendencia patológica a provocar incendios.
Uno de los ingredientes más nocivos de la actual campaña propagandística de la izquierda es imponer arbitraria e injustamente límites temporales caprichosos a la historia. Para esa propaganda todo comienza con los pronunciamientos militares como si nada hubiese existido antes. En realidad, el protagonismo militar fue consecuencia directa de las acciones violentas de la propia izquierda de las que poco o nada dicen.
Hoy, fieles a la doctrina y a la praxis de la violencia revolucionaria, la izquierda ve con buenos ojos las acciones narcoterroristas y guerrilleras en diversos países. Basta observar las complicidades de la izquierda con las FARC de Colombia, con la organización terrorista ETA; etc., etc. En igual sentido, hay que observar la actual pertenencia al "Foro de San Pablo", junto con organizaciones guerrilleras y con el denominado Movimiento "Sin Tierra" de tan pérfidos fines y métodos.
Pinochet símbolo del exitoso modelo económico y del anticomunismo
Por efecto de su manipulación propagandística, la izquierda transformó a Pinochet en "la figura más representativa" de la lucha anticomunista y de los gobiernos militares anticomunistas de Iberoamérica. Dicen que en "en él se resume la más enérgica acción anticomunista en esta región”. Focalizan esa acción en el plano de las decisiones políticas en general y en el de las operaciones militares en particular.
Conociendo la doctrina a la que adhieren los militantes de izquierda y analizando su prédica, queda claro que el odio revolucionario que le tienen a Pinochet responde no sólo a las enérgicas acciones en el plano militar sino al hecho de haber posibilitado que Chile haya sido escenario del exitoso modelo económico. La izquierda sabe que todo observador medianamente informado reconoce que Chile ha sido el único país que llevó adelante y con innegable éxito una auténtica apertura de su economía. De hecho, a diferencia de los otros gobiernos militares, el de Chile fue el único capaz de poner freno a la excesiva intervención estatal en la economía. De allí, los frutos obtenidos por el crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida de los habitantes.
Es tan enorme el prestigio del modelo chileno y la adhesión de la sociedad al mismo que la concertación socialista se vio obligada a simular su continuidad. Fingió aceptar el modelo mientras que, lenta y solapadamente, lo torpedeaba a través de políticas públicas que se construyen sobre la base de mayores impuestos y mayores regulaciones, todas al alero de un Estado más grande e influyente en la vida de las personas.
Esas políticas públicas malgastaron enorme cantidad de recursos y han fracasado estrepitosamente. Ejemplo elocuente de ello en Chile es el sistema de transporte público de Santiago–Transantiago que tuvo gigantescas pérdidas y causó molestias a muchas personas modestas. La Empresa de Ferrocarriles del Estado anunció un millonario plan de modernización y hoy el tren no funciona, se dilapidaron los recursos y sus directivos están procesados judicialmente por faltas a la probidad. Como puede verse, la izquierda, además de cínica, mentirosa, hipócrita, oportunista y demagógica- es también corrupta.
Tema trillado en el discurso de la izquierda de Chile y de los demás países es el de la desigualdad. Más allá de la discutible consideración acerca de qué o cuál igualdad y de si ella constituye o no un bien y un fin deseable en sí mismo, cabe señalar que no es la igualdad la que condujo al desarrollo, sino a la inversa: gracias al crecimiento económico, se multiplican las oportunidades y se acortan las brechas de desigualdad. Cuando aparecen desigualdades desproporcionadas e ilegítimas ello se debe a las trabas que enfrentan los grupos emergentes, que les impide aprovechar los beneficios del crecimiento económico.
Ante el sonsonete de la igualdad -condimentado con el verso de “la justicia y la solidaridad”- hay que aclarar que se está confundiendo igualdad con justicia. La injusticia no está dada por la desigualdad (esta última es natural en cualquier sociedad libre) sino más bien en las diferencias consagradas por enmarañadas regulaciones que impiden a los sectores de menores recursos acceder a mejores oportunidades de todo tipo.
A través de su discurso sensiblero y demagógico, dice la izquierda, en todas partes, que “el estado debe corregir las desigualdades e imponer la igualdad”. Lo cierto es que si se pretende disminuir desigualdades no a través de mayores oportunidades sino mediante un Estado más grande, sin duda resultará a costa de la libertad. Tal como demostró Milton Friedman, recogiendo la más variada experiencia histórica, “una sociedad que coloque a la igualdad por encima de la libertad, terminará sin libertad y sin igualdad".
Kerensky-Frei y la Democracia Cristiana
Digno de estudio es el nefasto papel cumplido –antes y después de Allende- por la Democracia Cristiana chilena. Le sirvió de caballo de Troya al comunismo, preparó el camino para el acceso de Allende al gobierno, provoca la caída de barreras ideológicas, promueve todo tipo de componendas con los comunistas y se une servilmente a ellos.
Adelanto que mis desconfianzas sobre el futuro de Chile tienen que ver con la nefasta influencia de la mentalidad democristiana que ha contaminado a buena parte de la dirigencia política (el propio Piñera proviene de una familia democristiana).
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Ante la coalición de marxistas, democristianos y filomarxistas, la derecha ha sabido acordar (que no es fusionarse) para dar batalla electoral. Desde 1990 hasta ahora, la izquierda presenta un candidato a la presidencia, mientras que la derecha presentaba dos. En estas recientes elecciones, la derecha ha presentado un solo candidato, mientras que los otros tres eran candidatos surgidos de la coalición de izquierdas.
La derecha se organizó en torno a los partidos Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN). La UDI, fundada por destacadas figuras del régimen militar, viene logrando un éxito fenomenal. Se convirtió en los últimos años en el partido más popular de Chile. Pasó del 9% de votos a más del 25% y los dos presidentes de las cámaras legislativas pertenecen a UDI.
Conclusiones
De la experiencia chilena toda (incluidos el oprobioso régimen socialista de Allende, el exitoso modelo desde Pinochet y la concertación socialista reciente) surge que:
· Las recetas dirigistas y populistas generan pobreza y coartan las libertades.
· Los altos impuestos provocan la caída de la inversión y, por tanto, de la producción y de los puestos de trabajo
· La excesiva intervención estatal, con su maraña de regulaciones, impide el desarrollo. La confianza interpersonal y la propia responsabilidad individual se erosionan cuando entre los individuos se entromete un intermediario impersonal y prepotente como el Estado. Las relaciones dejan de ser libres, de persona a persona y pasan a ser persona-Estado-persona.
· El modelo de economía de mercado ha sido el que logró generar mayor crecimiento. (No existe país alguno que haya salido del subdesarrollo sin haber permitido que las personas decidan libremente los bienes que deben ser producidos).
· Ampliar y garantizar la libertad económica, abriéndose al mundo (no encerrándose en bloques regionales como el nefasto engendro mercosuriano) aumenta significativamente el ingreso per cápita y asegura el éxito en todos los ámbitos. Para reducir la pobreza hay que permitir más libertad y abrir la economía de par en par, apartándose de todo criterio proteccionista.
· El menor tamaño del Estado, la menor carga tributaria y la desregulación permiten el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de los habitantes.
Ejemplo nítido de la aplicación de sanos principios es la reforma previsional chilena que no sólo aceleró el crecimiento de la economía, aumentó la tasa de ahorro y el empleo, sino también generó un sistema que financiará a las personas cuando hayan dejado de trabajar. Esto que ahora es evidente y garantizado era algo que en el pasado no existía o que la inflación se encargaba de que no se cumpliera. El mercado de capitales en Chile se ha desarrollado extraordinariamente, más de 40 veces en volúmenes de transacción desde 1981 hasta ahora. Con los fondos de pensiones se financian las viviendas de los trabajadores, buena parte de las concesiones y de la obra pública.
Chile es uno de los pocos países del mundo que tiene resuelta la crisis del envejecimiento de la población gracias a esa reforma pionera que encabezó José Piñera durante el gobierno de Pinochet. Las críticas de falta de cobertura que algunos le hacen, son culpa de la regulación del mercado del trabajo y no del sistema de AFP. Malo es el médico que ante un paciente con dolores de cabeza decide cortársela sin siquiera hacer un diagnóstico que le indique dónde está el origen del problema. Hay que corregir los defectos que se han ido acumulando en el mercado del trabajo, verdadero origen del problema del ahorro de los trabajadores, y no destruir un pilar del progreso chileno. El sistema de pensiones en Chile ha sido extraordinariamente exitoso y se está exportando al mundo. Ya ha sido utilizado por más de veinte países y contempla a cien millones de personas. En los últimos años, gobernantes de las más variadas naciones han visitado Chile para estudiar y aprender el sistema con el fin de implementarlo en sus respectivos países.
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En abril de 1975, Milton Friedman -enseguida de su visita a Chile- escribió una magnífica carta personal al Presidente Pinochet (quienes deseen tener este valioso documento pueden solicitarlo que se lo enviaremos) recomendando medidas para rescatar la economía luego del desastre provocado por el régimen socialista de Allende.
Combatir la inflación, reducir el déficit fiscal disminuyendo el gasto público, fortalecer el sector privado, abrirse al mundo, fueron pilares básicos de un sistema saludable. Chile transitó así la senda correcta y logró el milagro: despegó hacia un crecimiento económico sostenido que proveyó una prosperidad ampliamente compartida.
Ahora, con mayor claridad y contundencia, contrarrestando la embestida castrochavista en el continente, Chile puede y debe servir de ejemplo, mostrándole a toda América y al mundo que no es el populismo sino la libertad económica la que permite a la sociedad superar la pobreza y darle a cada persona una vida digna.-