Yo no soy Carl Sagan y esto no es un blog de ciencia...Con todo mi agradecimiento y admiración para mi segunda neurona, PilarZ, la única mujer del mundo hecha de auténtica aleación Z. Sin su empujón no lo hubiera escrito. Tete, a ti también te quiero y te admiro.Hace días que este post me ronda la cabeza, pero en cada ocasión que me he situado delante del teclado de mi ordenador a escribirlo no sabía muy bien cómo comenzar y siempre acababa dejándolo para otro momento. Así que pensé: ¿por qué no comenzar justamente así, explicando mi incapacidad para llevar a cabo lo que pretendía? Y aquí estoy, con el primer párrafo escrito. Ahora ya es todo mucho más fácil.
Bien, pasado el mal trago y vencido el célebre síndrome de la página en blanco, dejadme que os cuente unas cuantas cosas que me bullen en mi interior y que no puedo aguantar por más tiempo. Hace unas semanas alguien me dijo en Twitter (ahora no recuerdo quién fue exactamente, pero esto tampoco es relevante) que este blog era lo más parecido a Carl Sagan. La verdad es que sufrí una sacudida y no daba crédito a lo que estaba leyendo. Compararme a mí con uno de mis ídolos de juventud, uno de los maestros de tantas y tantas generaciones de personas aficionadas a la ciencia y a su divulgación a lo largo y ancho de todo el mundo. Pensé que era muy bonito, un piropo tremendo y me sentí muy halagado. Pero una vez pasada la euforia, me detuve por un momento a reflexionar y, por supuesto, caí en la realidad, en la terrible, acerada y dura realidad. Por supuesto, no soy digno ni en un uno por ciento. ¿Quién demonios soy yo? ¿Qué es exactamente este blog? ¿Cuál es nuestra misión? ¿Tiene sentido alguno escribir esta página? ¿Para qué y para quiénes? ¿Realmente desempeñamos, tanto FCF como yo mismo, un trabajo que merezca la pena, que sirva de faro a alguien que lo necesite de veras? ¿Se nos echaría de menos si desapareciésemos?
No son preguntas meramente retóricas, no os vayáis a pensar. Son interrogantes que me pasan continuamente por la cabeza, pero sé de sobras que las respuestas pueden ser de todas las clases, tanto en un sentido como en el contrario. Soy consciente de que hay gente que lee FCF y gente a quien gusta FCF, incluso a la que le gusta mucho FCF. Pero, siendo sinceros, ¿esa gente necesita de veras FCF? Sinceramente, no lo creo. La blogosfera está cada día más llena de blogs de divulgación científica, de estupendos blogs de divulgación científica. Cierto es que casi ninguno son como éste, y me explico: unos traducen artículos de otras webs y nos los hacen llegar estupendamente en el idioma de Cervantes; otros se dedican a contarnos de forma más o menos agradable y amena curiosidades científicas llamativas, chocantes, impactantes; en algunos casos hay blogs más sesudos y profundos, no al alcance de todo el mundo, que intentan hacernos llegar las últimas publicaciones de las revistas científicas más prestigiosas. Pero FCF es distinto a todos ellos. Y es que este blog no se limita a ser un noticiario (y no quiero restar un ápice de interés y mérito a esta labor, absolutamente necesaria), sino que intenta, y yo lo hago con la mayor ilusión e interés de lo que soy capaz dentro de mis limitaciones, incluir esas noticias en los posts de forma sutil, haciendo que formen parte del propio cuerpo del post. Y más importante que esto es la labor educativa, formativa de FCF. Aquí no sólo se dan noticias, no sólo se integran los últimos descubrimientos procedentes de las más recientes publicaciones. Aquí se explican las leyes de la física, los principios rigurosos que están detrás de esas publicaciones prestigiosas.
Hace unos días leí una web donde se decía que FCF no es un blog de ciencia, sino más bien de sociedad, donde se corta y se pega de otros sitios, donde no se citan las fuentes ni las referencias bibliográficas utilizadas. No os diré la procedencia de semejantes comentarios porque no quiero hacerle publicidad en absoluto a semejante mentecato ignorante y atrevido, pero en cambio sí que tengo que reconocer que quizá no le falte un poquito de razón. Probablemente dicho comediante no tenga muy clara la definición de ciencia, ni tampoco la de sociedad. Quizá semejante panoli sabiondo de pacotilla formado en alguna escuela de mediocres no distinga muy bien entre lo que sale de mi cerebro y es creación absoluta y original de mi propio intelecto y lo que piensa que hacen los demás (él incluido). Seguramente este anormal poco dotado intelectualmente piense que cada vez que comento y explico por qué Superman no puede levantar la falla de San Andrés y acudo a las centenarias leyes de la mecánica newtoniana, debo citar sin remedio los Principia Mathematica de sir Isaac Newton. Pues no, amigo mío, no. Estás muy equivocado. Se citan fuentes cuando tu trabajo está claramente inspirado en el de otros, no cuando aplicas tus milenarios conocimientos a resolver problemas y cuestiones que te planteas en determinado momento, aunque otros se las hayan planteado antes que tú. ¿O acaso hay que citar a Pitágoras cada vez que movemos el sofá de una esquina a otra de nuestro salón cruzando en diagonal, en lugar de llevarlo a lo largo de las paredes laterales? ¿Hay que citar los Elementos de Euclides en cada ocasión que empleemos la geometría en nuestra vida diaria? ¿Dónde está escrito que las fuentes tengan que ir necesariamente colocadas al final del post? ¿No sabes que una fuente se puede citar en el propio campo del texto, en forma de hiperenlace? ¿O es que eres tan sumamente necio que no admites formas nuevas y originales de cita y/o referencia?
Aún me sigo preguntando qué entiende exactamente este individuo por un blog de ciencia. ¿Será una versión de Nature o Science, en versión web? ¿Tiene que hacer ciencia un blog de ciencia? ¿No sirve contar ciencia, simplemente ( y no es poco)? Si esta es su definición de blog de ciencia, entonces estoy de acuerdo con el autor de las críticas. Pero entonces también tengo que decir que, personalmente, no conozco ningún blog de ciencia. ¿Existe alguno? ¿Quién hace ciencia en su blog? ¿La hace Phil Plait, el celebérrimo autor de Bad Astronomy? Seguramente sí, ya que en su último libro "La muerte nos llega del cielo" no cita absolutamente fuente alguna, ni referencia bibliográfica ni nada que se le acerque. Quizá haya investigado por sí mismo y haya llegado personalmente a todos los resultados de investigación de los que habla en el texto. ¿Quién lo sabe? También tengo libros en mi biblioteca particular que se disculpan al principio por no citar todas sus fuentes, pues las han perdido o simplemente no las recuerdan. ¿Debo llevarme las manos a la cabeza y enloquecer dando gritos y clamando venganza? ¿Debería renunciar a hablar o escribir sobre algo que aprendí alguna vez en algún sitio que no recuerdo y que ya forma parte de mi conocimiento asimilado?
Lo que sí sé y muy bien es que todos mis artículos, todos mis trabajos los tengo escritos a mano de mi puño y letra en cuadernos de papel. Todos y cada uno de ellos comienzan por la fuente original de donde salió la información, escrita en brillante tinta roja. Pero no se trata de copias, ni plagios. Siempre pretendo utilizar esas fuentes para ir más allá de donde lo dejaron sus autores. Siempre persigo un fin didáctico, divulgativo y, sobre todo, sincero y honesto con mis lectores. En determinadas ocasiones lo consigo mejor y, en cambio, otra veces la cosa no funciona tan bien como desearía. Pero de aquí a decir que este blog se basa en el "corto, copio y pego", que no es ciencia, va un mundo.
La ciencia es esa luz en la oscuridad de la que hablaba Carl Sagan, ese faro que ilumina nuestro camino por el universo, que nos hace mejores, más críticos, más escépticos. En definitiva, más seres humanos y menos animales irracionales. La ciencia no constituye únicamente un compendio de conocimientos rigurosos, basados en leyes universales, puestas a prueba una y otra vez. La ciencia es una forma de pensar, una manera de afrontar la vida, la privilegiada posición que se nos ha otorgado en el mundo, un estilo único e inconfundible de proceder. Se diferencia absolutamente de las pseudociencias, desafortunadamente cada vez más populares.
El papel de este blog está muy claro, desde el primer post que escribí ya hace casi cuatro años y medio. Su objetivo es el mismo que persigo en mis clases en la universidad: fomentar y desarrollar aptitudes y actitudes científicas en los cerebros de mis estudiantes. ¿Ambicioso? Puede, pero ¿qué se pierde por intentarlo?
No es una misión fácil, pero no por ello se ha de renunciar. Siempre me han gustado los retos, desde que descubrí que dentro de mi cráneo había algo capaz de pensar por sí mismo. Proponerme intentar llevar la física a personas de todo tipo de perfil intelectual puede ser osado, incluso pecar de iluso, pero bien sabéis que lo he intentado con todas mis fuerzas. Aún lo sigo intentando, pero últimamente he visto mis enormes fuerzas flaquear. Y entonces, como la mayor de las contradicciones, es cuando me ha vuelto a iluminar la luz de la razón y me he dicho: ¿Qué cojones? A la mierda todos los putos mediocres del mundo. Vale, yo no soy Carl Sagan y puede que este no sea un blog de ciencia. ¿Y a quién hostias le importa? Vale, a mí me importa, porque tengo un ego como un tren de mercancías, pero así y todo yo soy el menos importante. Lo verdaderamente importante es la ciencia. Y aquí va a seguir habiéndola, guste o no, agrade más o menos, salga de las fuentes que salga. Eso sí, serán citadas debidamente cuando sea menester. Como lo han sido siempre...
Fuente: Mi puto cerebro, Sergio L. Palacios (Ph. D.), Journal of mental taraos and absolutely superior intelects, Vol. 69, p. 69-96. November 2010.