“No pude hacerse una revolución para establecer una democracia, se debe tener una democracia para tener una revolución” G.K. Chesterton.
Ya son 63 años de la fecha que algunos historiadores celebran como inicio de la democracia en Venezuela, otros en cambio consideran la fecha como una evidente muestra de la fragilidad de esta ante los intereses grupales y políticos.
Golpe o Revolución, al igual que la historia del 23 de enero, aún no ha pasado suficiente tiempo para que se asiente el polvo de la historia, los protagonistas y sus herederos no permiten en función de la preservación de intereses conozcamos los más mínimos detalles y cada día no se construye sino una nueva mitología para justificar los traspiés de nuestra historia democrática y sostener tras bastidores los renglones torcidos en la historia política de las organizaciones protagonistas.
Para la época Acción Democrática se debatía entre su orientación social demócrata y la tendencia de sus jóvenes por un compromiso marxista que en muchos casos implicaba una lucha armada para hacerse del poder, sin embargo, ambos bandos en pugna reconocieron como rival al gobierno de Medina Angarita, al cual tildaron de liberal y declararon enemigo vencer, lo cual implicaría un pacto que llevaría a un militar con menos vocación democrática al poder en los años subsiguientes.
Los pueblos que no conocen su historia, la repiten y se equivocan exactamente en los mismos puntos, así como Bolívar dijo “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”, hoy se repite el escenario donde la izquierda radical comunista ostenta el poder y contra ella pugna otra más conservadora la social demócrata autodenominada izquierda democrática y a veces osan tildarse hasta de progresista.
La social democracia ha hecho crecer un sentimiento de aborrecimiento a todo lo que ellos juzgan les es contrario, al punto que en este país promulgarse como conservador, demócrata cristiano, incluso liberal, pasa a ser un sinónimo de pensamiento retrogrado, lo cual se ha traducido en un desequilibrio de fuerzas nos arrastra en una levógira vorágine política, donde el ciudadano finalmente no es sino una víctima mientras nos debatimos por rescatar nuestra pérdida democracia, si de hecho debemos admitir que somos en parte responsables que la democracia en Venezuela, no sea más que un concepto etéreo.
El desequilibrio existente ha propiciado que sectores social demócratas jueguen a prolongar la caída del régimen con la esperanza de crecer, independientemente que eso se traduzca en agonía para nuestros conciudadanos, los socialdemócratas en el fondo no adversas al presente régimen por diferencia ideológica, sino porque creen su enfoque es erróneo y el de ellos es el correcto, a 63 años le lanzan tierras a sus pecados del pasado con fiestas y celebraciones, en fin al pueblo pan y circo.
Ing. Francisco J González R Msc
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