Por Oswaldo Álvarez Paz
Acaban de cumplirse diez años de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente que, presidida por Luis Miquilena, redactó la Constitución. En diciembre alcanzará una década de prostitución fraudulenta como no tiene memoria nuestra historia. Hugo Chávez la ha violado por Títulos, Capítulos y Artículos, desconociendo el espíritu, propósito y razón de los constituyentes y hasta la letra de las disposiciones fundamentales. No la considero perfecta, ni voté por ella en la oportunidad del referéndum, pero reconozco que conserva la estructura básica de la República consolidada en 1830 por José Antonio Páez, ratificando los valores de nuestra cultura judeo-cristiana y la vida en libertad. También fue un significativo avance en materia de derechos humanos. Todo se destruye mediante fraudes y mucha violencia física e institucional para sustituir esa República por un estado socialista, comunista a la cubana. Jamás habían estado los poderes públicos más alejados y hasta en contra de sus obligaciones constitucionales, violando el sagrado juramento de civiles y militares al asumir de “cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes de la República” para que Dios y la Patria se los premien o se los demanden. El discurso presidencial con motivo de la celebración en la Asamblea, habla por sí solo. Este señor no merece ser presidente. Venezuela está en el suelo. No hay algo que funcione bien. Ni lo social, ni lo económico, ni lo político, ni la política exterior, ni lo militar. Nada. Retroceso espantoso.
El ambiente está tan podrido que la gente pierde hasta la aptitud para la náusea. Esto se cae a pedazos, pero una extraña mezcla de indignación, tristeza y rabia cada día más activa, sacude el aire de este pantano insalubre para impedir una muerte con pena y sin gloria que el país no merece. Lo que debe morir pronto es el régimen, después de casi once años de traición continuada. Llega la hora de ponerle punto final al disimulo y a la mentira para esquivar el enfrentamiento. Esta dictadura comunista quiere hacernos vivir sin emoción de patria, sin principios religiosos, sin libertad individual, sin propiedad, sin educación libre que es lo mismo que decir, sin familia y sin hogar. Todo lo que el régimen hace y promete es un horror que obliga a combatir.
Tenemos que dar un gran salto hacia delante conservando muy poco del pasado y nada del presente. Se necesita una gran causa por la cual luchar y un país que reconstruir. Hay quienes saben qué hacer y cómo hacerlo. Se trata de una empresa total que debemos construir con las dos manos, la izquierda y la derecha, mirando siempre de frente con el alma y los dos ojos abiertos. El chavismo reaccionario gobernante se aísla. Muchos lo abandonan. Se consideran prisioneros de enanos, mediocres y pedantes venidos a más gracias al ventajismo del poder y del dinero mal habido. Los verdaderos patriotas han vivido un simulacro de vida que conduce a la vergüenza. Bienvenidos.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 27 de julio de 2009
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