Por Oswaldo Álvarez Paz
Colombia merece reconocimiento universal. La institucionalidad democrática ha soportado y en buena parte superado, las mayores y peores amenazas que país alguno haya enfrentado en esta América nuestra, tan confusa como contradictoria, en la que no pocos gobiernos han hecho de la hipocresía y el cinismo su religión política. No hay espacio para hablar del pasado, pero gracias a un admirable ejercicio de continuidad desde 1998 a esta parte, bajo las presidencias de Andrés Pastrana primero y de Álvaro Uribe actualmente, los peligros se han reducido. Las estructuras del crimen organizado que sirven de instrumento al narcotráfico, al terrorismo, a la subversión política y al lavado de dinero, entre otras actividades delictivas, han sido enfrentadas con seriedad, con coraje ejemplar y con adecuado uso de las orientaciones y recursos del Plan Colombia. Los narcoterroristas de las FARC y del ELN, aunque todavía existen y ofrecen peligros reales, están en vías de liquidación definitiva. Apelarán a todo para dar señales de vida. No es de extrañar que se dediquen a acciones monstruosas de terrorismo urbano, conscientes de que perdieron la guerra. Jamás tumbarán al régimen, ni podrán aproximarse al poder. El triunfo colombiano es de sus instituciones exclusivamente. Ningún país latinoamericano les dio el soporte que necesitaban y necesitan, tantas veces solicitado. Indiferencia y hasta complicidad abierta o encubierta, han sido las conductas de unos cuantos, encabezados por su vecino mayor y los petrochulos del ALBA.
Cada día afirmo mi convicción de que Estados Unidos existe para bien de la humanidad. Ese país no es el enemigo de la libertad, ni de la democracia, ni de la integración, ni de las relaciones armónicas entre los pueblos del mundo. Todo lo contrario. Me identifico plenamente con los principios y valores que guían sus actuaciones, independientemente de las torpezas circunstanciales de algunos de sus gobiernos. Han sido los únicos en el continente que le han dado apoyo a Colombia en la dramática lucha que libra para bien de todos. A los principios morales compartidos hay que agregar la oportuna coincidencia de intereses de ambos en liquidar tanto al terrorismo como al narcotráfico y detener la política subversiva, expansionista e ideologizada, que se adelanta desde el gobierno chavista. Bienvenido el acuerdo mediante el cual Estados Unidos podrá hacer uso de bases militares colombianas en las condiciones establecidas. Los americanos tienen mucho que aportar y Colombia necesita ese respaldo inmediato. La soberanía e integridad territorial de Venezuela estarán más garantizadas.
Hugo Chávez, después del ridículo hecho en Bariloche dejando sin respuesta los emplazamientos directos de Uribe y de estar a punto de liquidar a UNASUR es, en unión con el narcoterrorismo y el antisemitismo, el peligro mayor que tiene la libertad en esta parte del mundo. El triunfo de Uribe es de toda la patria de Bolívar.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 1° de septiembre de 2009
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