Po Oswaldo Álvarez Paz
Mil veces hemos dicho que Hugo Chávez es peón en un tablero internacional que manejan otros. La expresión no es para descalificarlo. Todo lo contrario. Se trata de la pieza clave que, para América Latina y buena parte del mundo, puede ser determinante a los propósitos de quienes manejan el tablero. Estamos en un punto trascendente del proceso planetario que vivimos. Contra todos los pronósticos apocalípticos en materia económica y social, países y regiones enteras del planeta trabajan para fortalecer sus instituciones y enfrentan la crisis exitosamente con sus propias fuerzas. Sucede en Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Rusia, en el Pacífico-asiático y hasta en algunas de las nuevas realidades africanas, para solo mencionar algunos casos. Discuten y acuerdan entre ellos políticas concretas sobre temas de interés común con relación a los cuales Estados Unidos juega papel fundamental. Me refiero a la seguridad, el comercio, la energía, el ambiente, el terrorismo, el narcotráfico, la subversión, la estabilidad democrática y el respeto a los derechos humanos, entre otros de mucha importancia. Se trata de buenas noticias, en medio de tanto desasosiego, para el mundo libre, pero de pésimas realidades para los subversivos del mundo que sacrifican las potencialidades de sus países en nombre de “revoluciones” nacionales, continentales y mundiales.
América Latina, aunque de manera diferente a algunas tiranías africanas o del Medio Oriente, sufre las consecuencias directas del trabajo del calificado peón subversivo que Venezuela tiene como Presidente. Avanza poco y retrocede mucho en medio de peligrosas divisiones internas y entre los países. Hemos perdido otra década entera. Costará mucho recuperarla. No hay tiempo que perder.
Para América Latina en general y Venezuela en particular, el enemigo no es Estados Unidos, ni en sus aliados. Lo ubicamos en el comunismo a la cubana que utiliza el “socialismo del siglo XXI” como coartada, bajo la dirección de Chávez y el soporte de las estructuras que mantienen operativos al narcotráfico, al terrorismo, al lavado de dinero y la subversión continentales. Está probada la alianza operativa con las FARC, con los gobiernos forajidos del planeta, con diversos grupos subversivos del área, bien en los gobierno o en las oposiciones, y los entendimientos abiertos y encubiertos con los petrochulos del ALBA. Simultáneamente, el gobierno en boca del Ministro del Interior y Justicia, acusa a la DEA y al DAS de Colombia de ser carteles de la droga, cuando desde esas importantísimas agencias y desde los centros financieros más importantes del mundo se fortalece la convicción y el expediente relativos al protagonismo del estado venezolano en estos delitos monstruosos de lesa humanidad. La investigación del Fiscal newyorkino está por concluir. Hugo Chávez, además de ser el problema más serio que los venezolanos tenemos que resolver, se ha convertido en el peligro mayor para el continente.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 14 de septiembre de 2009
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