Por Oswaldo Álvarez Paz
El inicio de un nuevo año debería ser oportunidad para debatir a fondo los temas que de verdad importan. Hay suficientes señales de peligro como para continuar con lo mismo. Todas las áreas en las que el país desenvuelve su actividad están en situación crítica, al borde del colapso o colapsadas de manera irreversible, si se mantienen los esquemas vigentes. Es tiempo de cambiar radicalmente, a menos que nos resignemos a que varias generaciones de venezolanos sean sacrificadas inútilmente.
Las recientes declaraciones del presidente del Banco Venezolano de Crédito, Oscar García Mendoza, publicadas en El Universal el último día del año pasado, ofrecen elementos para el debate en materia económica y financiera. Adelanto mi identificación plena con su pensamiento y recomendaciones para la acción inmediata e invito al liderazgo político a discutir sobre esta materia. A la vieja dirigencia, tan dependiente de viejos esquemas probadamente infuncionales y a la nueva, que pareciera no tener idea, ni interés distinto al puramente electoral. Espero estar equivocado, pero la situación del país reclama este debate.
La dolarización de la economía para, entre otras cosas, contener la inflación, ha sido exitosa en realidades más complicadas que la nuestra y la recuperación de la autonomía del Banco Central devolviéndole el papel rector en política monetaria, son factores indispensables para la reconstrucción nacional. Plantea igualmente Garcia Mendoza, la necesidad de que el gobierno explique el verdadero origen y las variantes del desarrollo de las distorsiones financieras y bancarias para intentar corregir las causas que mantienen escandalosamente alto el diferencial cambiario, fuente de muchas corruptelas, abiertas y encubiertas. Al mismo tiempo sugiere la necesidad de que el gobierno maneje los fondos del estado a través de sus instituciones. De esta manera se evitaría envenenar la banca privada y las instituciones que no controla, a pesar de la complicidad manifiesta de algunas de ellas para poder participar en el festín de los ingresos fiscales con consecuencias que están a la vista. La banca es tan sólida como la economía en la cual vive. En este sentido el entrevistado afirma que la banca no puede ser socialista, ni el estado capitalista. Ambas cosas son un contrasentido, partiendo de la convicción de que el capitalismo es el único sistema que funciona. La banca sí debe ser capitalista y el estado la personificación jurídica y política de la nación, a la cual debe educar y proteger, garantizarle salud, la soberanía y la integridad territorial, nada de lo cual hace bien.
El pronóstico, entre 35%-45%, de inflación para 2010 y la aún mayor caída del aparato productivo, incluido el energético, son factores que obligan a replantear la necesidad del cambio de políticas y de régimen. La resignación pesimista que se extiende junto a la tendencia emigratoria, obliga a mantener la lucha. Nada llegará por casualidad.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 4 de enero de 2010
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