Oswaldo Álvarez Paz
Hoy hacemos un alto en el camino. No hablaremos de las trágicas circunstancias que mantienen secuestrada la vida política, económica y social de la República, las cuales, por cierto hablan por sí solas. Pero hubo dos circunstancias que nos dejan una huella profunda. El sábado pasado íbamos hacia la Parroquia de la Guadalupe, barrio Sierra Maestra del Municipio San Francisco, para acompañar a nuestro amigo de toda la vida, el padre José Palmar, en la celebración de sus veinte años al frente de la parroquia. Por cierto fue un emocionante y merecido tributo a este “cura de barrio”, combatido por la canalla politiquera, pero respetado por quienes de verdad lo conocemos, que nos permitió hacer un ligero repaso de los últimos años marabinos. En el camino nos enteramos del inminente desenlace de Noé Montiel Fernández, seriamente enfermo desde hacía algún tiempo. Estaba mal y todos empezamos a temer lo peor. Al llegar a Sierra Maestra nos llegó la noticia. El hermano Noé acababa de morir. Lamentamos no haber tenido la posibilidad de acompañarlo en ese momento.
Cuando un amigo se va queda un vacío difícil de llenar. La vida y obra de Noe son testimonio de lo que es capaz de lograr el ser humano alimentado de principios y valores fundamentales, encausados dentro de una fuerza de voluntad y constancia superiores. Guajiro de pura cepa, nacido en Paraguaipoa y criado entre ese pueblo, Sinamaica y Alitasìa, tenía que caminar cerca de diez kilómetros en los días de clases, según nos recuerda su hermano Nemesio, hasta que estuvo en condiciones de ingresar a la Universidad del Zulia, nuestra querida Alma Mater. Atrás quedaron las correrías de aquel muchacho que logró conocer y dominar con precisión la geografía física y humana de su pueblo.
Brillante estudiante, excelente profesor, leal luchador político y social en nuestra causa común del humanismo cristiano que compartimos toda la vida. Pronto empezaron a conocerse los aportes de Noé al desarrollo integral del agro zuliano. Como Ingeniero Agrónomo su fama y obra trascendieron los límites del Zulia alcanzando dimensión nacional y continental. Fue decano de la Facultad en dos oportunidades, luego de ocupar los más relevantes cargos administrativos y docentes. Fue presidente de la Comisión Electoral de la Universidad durante muchos años, respetado y acatado por todos los sectores.
Noé no descansó ni un solo día en el cumplimiento de la misión de servicio a su pueblo guajiro, a la Universidad que amó con pasión, al Zulia y a Venezuela. El pûtchipu`û, palabrero guajiro, siempre fue un componedor en busca de la justicia y la paz. El Señor lo tiene en su seno. Por haber sido un hombre tan bueno y sano de espíritu, Ma`leiwa lo mantendrá ocupado, pendiente de nosotros. Buen hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen amigo. Para Lucila y sus hijos, para su madre Rina, hermanos y resto de la familia, un abrazo fraterno de este compañero de la vida. Seguiremos siendo fieles a tu ejemplo.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes 1ª de marzo de 2010
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