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Hastiados ya de tanto bolivarianismo y celebraciones bicentenarias hemos intentado llevar a cabo un contra discurso crítico que propenda a la desmitificación. Tarea ésta necesaria, aunque ingrata, ya que podemos ser acusados de heréticos al atentar en contra de la más querida de las creencias que forman parte del imaginario colectivo nacional: el mito fundacional de la Independencia (1810-1830). Y la Independencia, bajo ese canon, no es otra cosa que la vida, obra y pasión de Bolívar y sus apóstoles. Si bien el mito reconforta sobre las bases de una identidad compartida, un pueblo educado y maduro, aprende a distinguir entre la ficción y la historia.
A ésta tarea, necesaria y pertinente en la hora actual, se han dado algunos historiadores esenciales, que como conciencia lucida, han entendido que la comprensión del pasado sobre fundamentos profesionales y no ideológicos, es una tarea inaplazable y valiente. El más reciente aporte, en esa dirección, se lo debemos al historiador: Edgardo Mondolfi Gudat y la obra: “El Lado Oscuro de una Epopeya. Los Legionarios Británicos en Venezuela”, Editorial Alfa, 2011.
Mondolfi Gudat, desnuda literalmente, toda la épica gloriosa que se ha inventado alrededor de los legionarios extranjeros, en su mayoría británicos, que aparcaron en Venezuela a partir del año 1817 para involucrarse en nuestra Guerra de Independencia. Enumero algunas situaciones. Luis López Méndez (1858-1831), emisario y reclutador de Bolívar en Londres, ofertó con premios, recompensas y ascensos militares a los amigos ingleses de la causa insurgente que se enrolaran para marchar al trópico. Los que acudieron al llamado, en su mayoría aventureros y desesperados, y sobre todo, y esto es lo llamativo, sin ninguna experiencia militar, atravesaron el Atlántico para descubrir muy penosamente que llegaban a un autentico matadero. Además, la oferta que se les hizo en Londres, en la mayoría de los casos, terminaba siendo engañosa por la casi absoluta precariedad en que se encontraba el ejercito insurgente.
Junto a los mercenarios civiles, hubo también los que si tenían experiencia militar y habían sido cesanteados de las guerra napoleónicas. Ahora bien, son ilustrativos los testimonios de Urdaneta y Soublette acerca de la infinidad de contratiempos que tuvieron que enfrentar en los casos de una tropa díscola e insubordinada que se amotinaba a cada rato y amenazaba con el saqueo para honrar sus aspiraciones crematísticas.
No hay duda que muchos de estos oficiales contribuyeron al lado de Bolívar y su gente a darle organicidad a un ejército primitivo y desahuciado. Aunque también es cierto, y esto es concluyente, que la gran mayoría de los 5000 legionarios que vinieron, terminaron muriéndose por las duras condiciones de la lucha en el trópico venezolano, donde las enfermedades, como la malaria, causaron más estragos que la misma violencia de los combates.
Otro dato interesante, es que así como hubo mercenarios extranjeros al lado de los republicanos, también los hubo al lado de los partidarios de la Monarquía. Y que Inglaterra y su diplomacia, mientras duró la contienda en la Costa Firme, nunca oficializaron su apoyo a estos contingentes de reclutados a la buena de Dios.
Venezuela fue la tumba de los blancos mercenarios ingleses, y éste sacrificio supremo, merece ser recordado bajo premisas históricas justas, algo que Mondolfi Gudat ha logrado hacer con creces.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ
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