DE UNA PROMOCIÓN POLÍTICA:
EL NACIONAL, Caracas, 4 de Agosto de 1998 / OPINION
Voto por el muerto
Luis Chumaceiro
Me comentaba mi santo padre que, cuando su abuelo se echaba cuatro palos, su grito de guerra era "caracha, viva el Mocho Hernández". Estas expresiones de alegría se correspondían con la leyenda de un personaje, hoy olvidado, que se asemeja mucho, en sus circunstancias, a uno de nuestros queridos candidatos presidenciales.
José Manuel Hernández, después de un peregrinar por buena parte del territorio nacional, se constituyó en la esperanza de la Venezuela de fines de siglo XIX, por su reconocida honradez y dotes políticas. El día 1° de septiembre de 1897, cuando su victoria electoral se daba como un hecho, el Gobierno ocupó las mesas e impuso la elección del candidato oficial de Crespo, el general Ignacio Andrade, originándose el período de la decadencia que tan bien describió José Rafael Pocaterra. El hombre sufrió destierro y cárcel y nunca se doblegó. Murió en Nueva York, en 1921, como para confirmar lo que posteriormente escribiría Andrés Eloy sobre nuestro país: "el hijo vil se eterniza adentro y el hijo grande se le muera afuera".
Dicen que el tatarabuelo fue a votar en una de las tantas elecciones en las que participó su Mocho. Al llegar a la mesa de votación, en aquellos tiempos la elección era en público, el funcionario encargado del escrutinio, militar en el sentido de Unamuno, lo interrogó a viva voz: -Doctor, ¿por quién vota usted?
-Mi voto es para el general Hernández.
-Doctor, ese es un enemigo del Gobierno.
-Entonces mi voto es para el enemigo.
-Doctor, ese hombre está en La Rotunda.
-Entonces voto por el preso.
-Seguramente será condenado a muerte.
-Entonces voto por el muerto.
De esta forma mi antepasado inició una trágica secuencia: "La maldición de los Chumaceiro". El doctor desembarcó en Cumaná con Román Delgado Chalbaud. Todavía estamos buscando los restos para enterrarlo. Su hijo, mi bisabuelo, conspiró contra el general Gómez con su compañero de promoción el capitán Luis Rafael Pimentel. Parece que lo fusilaron en las cercanías de la esquina de las Dos Pilitas. A su vez, mi abuelo, sin ser militar, apoyó fervientemente al general Medina Angarita. Falleció en extrañas circunstancias en El Obispo. Mi padre se le salvó a la Digepol por su condición de marino, que le permitió desertar en el extranjero. El caso peor es el mío: Primero gané perdiendo para, finalmente, perder ganando. Apoyé a Teodoro en 1983, seguí con Eduardo en 1988 y, cuando creía que mi destino estaba sellado con la etiqueta del liderazgo presidencial, apoyé en 1993 al "excelso", el hombre de todas las horas. ¡Pobre familia!, la única esperanza es que mis hijas son hembras y que serán jefes de campaña de su padrino Fernando, en el 2013. ¡Ese sí es un tío!
Esta es la historia heroica de mi familia, porque también los hay cobardes, traicioneros y mentirosos. Mi tío Valeriano Chumaceiro vino a Caracas a sacarle unos reales al doctor Uslar en las elecciones de 1963. Según él, contaba con una aceitada maquinaria en Carúpano y más de cien mil campesinos en la zona de Oriente. Para soportar la veracidad de sus dichos, le presentó al maestro de maestros un listado de más de 3 mil carupaneros. Por supuesto, ante la evidencia de los hechos, el comando le entregó Bs 100 mil de la época (uno por cada campesino), sin saber que los nombres habían salido del cementerio general del pueblo. En aquel diciembre del 63, el doctor Uslar obtuvo un solo voto en Carúpano e indignado increpó a mi tío Valeriano.
-Mire Chumaceiro, devuélvame los reales de la campaña.
-Doctor Uslar, tiene que entender. Lo engañaron a usted que es un gran hombre. ¿Cómo no me van a engañar a mi que soy un pobre pendejo?
Pocos años después, en el primer reinado del amigo Carlos Andrés, Valeriano se hizo adeco. Cuando lo nombraron presidente del Instituto Agrario Nacional, la nómina del instituto se incrementó con los 3 mil difuntos de la lista del doctor Uslar. Por si fuera poco, con varios préstamos para el desarrollo humano del Banco Agrícola y Pecuario (por supuesto el desarrollo del pariente), adquirió dos apartamentos en Miami. Uno de esos días en los que el Presidente se desplazaba por el interior para ver los resultados de su importante gestión, en una feria agropecuaria, Valeriano pidió prestado un semental de raza pardo-suiza para presentarlo en la exposición. Todavía recuerdan en Maturín los aplausos del gran líder de Rubio ante la presentación del Toro.: -Y ahora, propiedad de los Chumaceiro, el excelente ejemplar "Democracia con Energía" de la Finca "Gracias a Ti".
Como quien no quiere la cosa, he podido encontrar a los hijos de Valeriano en los comandos de AD, Copei, La Causa R, PPT, Irene, el Proyecto sin nombre y cuanto movimiento, partido y grupo de electores anda por ahí buscando votos. todos tienen el mismo objetivo y comportamientos. Por eso yo, como último varón de la generación de los Chumaceiro, nacidos en Carúpano y criados en Maracaibo, he decidido que, entre los dos estilos de la familia, me quedo con los que votaron por el muerto.
Post scriptum: Hablando de los que votan por el muerto, quiero manifestar mi alegría por la designación de Alexander Luzardo como gerente de medios de la campaña de Chávez. Con los medios con que cuenta, seguro son varios los que pasarán un susto con el próximo ministro del Ambiente. La otra decisión, no tan acertada en mi opinión, fue la de Andrés Caldera de lanzarse por la Coordinadora Vecinal del 23 de enero, en lugar de aceptar el ofrecimiento de primer puesto en la plancha de Convergencia, en Caracas. Yo no sé si va a ganar pero, al menos, las tiene bien puestas.
Nota LB: Hubo una definida promoción política en la Universidad Católica Andrés Bello. Particular, pues, ligada a personalidades copeyanas, no militó en la DCU. Después, ocupó posiciones en la dirección nacional de la Juventud Revolucionaria Copeyana (JRC), como Vladimir Petit (directorio), Fernando Egaña y Tulio Álvarez (secretariado). Más tarde, uno adscribe la candidatura presidencial de Eduardo Fernández y, otros, la de Rafael Caldera, ascendiendo al gobierno nacional.
Buscando algunos datos sobre la invasión imaginaria de Cipriano Castro que tanto sirvió a Juan Vicente Gómez, por 1913, hallamos el artículo de Tulio. En un breve párrafo retrata lo que pudo ocurrir de no presentarse las consabidas circunstancias políticas, aún sin Chávez. A su modo, también esa promoción ucabista ya hubiese tenido, por lo menos, una tentativa presidencial.
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