Por Sara Guerra
Precisamente comentaba eso con un amigo, que estaba realmente sorprendida porque no entendía como en Colombia, ad portas de las presidenciales de 2010, con excepción de algún independiente digno, no existían candidaturas claramente postuladas para las elecciones. Asunto preocupante frente a los electores porque acá se repite sin cesar el estribillo: Esperemos a ver qué dice Uribe. Porque los que más se quejan de que cual hoyo negro él absorbe todo a su alrededor, son los que más giran en su órbita, con el agravante de que no lo hacen a voluntad, lo que degenera en conductas erráticas de la que ahora es la oposición en Colombia.
Permítanme decirles a los que así se expresan, que eventualmente poco o nada debería importarles un relanzamiento de Uribe, cuando la oposición se cree en posesión de la piedra filosofal de la democracia colombiana, que, según ellos es actualmente inoperante.
Es indigno plantear una candidatura presidencial a la espera de lo que dirán los opositores políticos, nos hace a los ciudadanos y a ellos mismos presa del vaivén de las encuestas, que es justamente lo que reprochan, cuando los ciudadanos presumimos que aparte de su acostumbrada negativa a todo cuanto se propone, tienen una teoría o proyecto político-económico alterno que, con o sin Uribe, es viable.
Cuál es la propuesta de la izquierda democrática en Colombia? Ya que no la conozco, la supongo muy diferente a la de la izquierda armada ya que ésta última decidió (hace mucho) dedicarse en las selvas fronterizas a humildes cultivos tipo exportación, obviamente, en medio de bombardeos.
La izquierda democrática colombiana no tiene expectativa seria de poder. No constituyen partido. Son sectores en transitoria coalición, que fingen unidad, pero la unidad supone armonía entre los miembros que la componen, precisamente por ello no tienen propuestas claras, son alianzas endebles y temporales, obviamente eso se traduce en la inestabilidad y desorientación que vemos a diario. Por lo que a mi juicio: No prevalecerán, el poder les será esquivo en esta generación. Los triunfos electorales que han tenido hasta ahora, son hechos aislados y por lo tanto irrepetibles, entre otras porque la gente no ha votado por un proyecto político, sino por líderes carismáticos que encarnan intereses individuales.
Muy al contrario, me parece lógico que los candidatos uribistas, pregunten si habrá reelección y si en ese evento, se postularía Uribe, es mucha plata la que se desborda en campaña como para arriesgar dinero y apoyos tras una posible pérdida, pero para la oposición, formularse esa pregunta no es mas que una simple muestra de cobardía.
No percibo lo mismo con respecto a las elecciones en otros países de Latinoamérica: La oposición en Bolivia está encabezada en 4 prefectos que la gente sigue y que lideran un proyecto conocido y apoyado, tuvieron la ganancia de mantener a Morales en vilo, paralizaron a Latinoamérica toda, a la Unasur, mantienen condiciones de diálogo obligado que han hecho mostrar las verdaderas intenciones del presidente. Los prefectos opositores han sido claros en sus demandas y se logran distinguir como líderes de masas.
En Venezuela la oposición camina con fuerza muy a pesar de la arrasante propaganda estatal, convirtiendo a Chávez en el único chavista que no será reelecto indefinidamente. Actualmente amenazan con alzarse con alcaldías y gobernaciones en las regionales de noviembre, sin contar que la prensa independiente se hace respetar aún frente a la hostigante censura.
En Ecuador, un solo hombre se enfrentó a la única y poderosísima arma de Correa: La arrogancia. Dignamente, el Alcalde de Guayaquil se erigió en el opositor por derecho propio que fue seguido por su ciudad en las urnas, lo que traduce en respeto hacia su eventual candidatura a las presidenciales de febrero.
En Colombia la oposición es dispersa, se diluye en sus propias mezquindades, tanto así que ya públicamente le propusieron dividirse. No tienen un guía natural, como los prefectos en Bolivia, Nebot en Ecuador o Rosales y el movimiento estudiantil en Venezuela. Líderes con poder de convocatoria y legitimidad en territorios y sectores de población determinados como los prefectos en sus respectivos departamentos, el Estado del Zulia en Venezuela o la ciudad de Guayaquil. Hecho que no se predica en Colombia, donde la oposición (al igual que las FARC) tiene que buscar auditorio fuera del país: Desde Canadá a la Argentina.
Así, pues, uno tiene que entender por qué nuestros vecinos tienen una oposición decorosa: Porque la gente les cree. En Colombia la oposición se disgrega, no tienen muchos seguidores. Entonces a uno le toca entender por qué el nerviosismo hace indispensable que la oposición en Colombia sepa de antemano quiénes serán los contendientes en elecciones antes de mostrarse como opción real.
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