Un nuevo artículo de nuestra amiga Sara Guerra, muy a próposito de los recientes documentales sobre la organización de la operación JAQUE y el escape de un militar colombiano de las FARC, como venezolano hijo de la nación cuyo ejercito trascendio sus fronteras y liberto 5 naciones, siento profunda pena de ver como aquellos a quienes antes al fallecer les rediamos tributo con la frase "por el derecho que tenemos vivir en democracia y libertad".
Se cuentan por miles las vidas truncadas en defensa de ese soberano derecho, nuestra historia rebosa de eventos gloriosos como el asalto al arsenal de puerto cabello en los preparativos de la acción del 23 de enero, sin contar la tantas veces que jovenes que no son sino el único sostén y sustento de humildes y trabajadoras famiilias deciden ir al frente para ser sacrificados por una guerrilla con quien el regimen sostiene unos vinculos inmorales.
Confieso sentí profunda admiración por la forma tan limpia y efectiva como hicieron la operacion JAQUE, apenas lo puedo comparar con el rescate de entebbe, sin mas los dejo con el escrito y destaco no pude evitar agregar este comentario y lamentar que hasta el orgullo por nuestras FFAANN este oprobioso regimen nos lo robo.
F González
Ciudadano Venezolano en desobediencia cívil.
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De la deuda interna colombiana
Por Sara Guerra
A los valientes:
Es causa de satisfacción para Colombia entera saber que existen hombres con singular destreza para la paz como para la guerra y que como humanos, temiendo todo se enfrentan con hombría y total entrega a defender nuestra patria y a nosotros.
El soldado colombiano ha sentido temor a la guerra, pero nunca conoció la cobardía en batalla. Y por eso, como ciudadana, ante los nacionales de los demás países, me hinche el orgullo de saberme protegida por hombres de verdaderos valor y honor.
O es que acaso hay en Latinoamérica otros militares que cada día enfrenten la muerte con tal nobleza? Dónde están? Que alguien los señale! Pero vaya si sabemos de la agonía de sus enemigos! De la angustia que corroe a sus adversarios y que al igual que roedores, no hayan lugar donde esconderse.
Inmutable y sagrado orgullo ha de sentir la madre del soldado que murió en el bombardeo a Raúl Reyes. Ofrendas de flores haya siempre en su tumba, porque la cubrió de gloria en esa histórica oportunidad.
Orgullosas las madres de los soldados que participaron en la Operación Jaque, la familia de aquel que (en desarrollo de la misma operación) ante los enemigos y víctima de vejámenes, se decía orgulloso miembro del glorioso ejército nacional colombiano. Las madres de los que cada día soportan el secuestro. Las madres de aquellos que han muerto en el honroso fragor de la batalla, sabiendo que por nuestra patria siempre será una victoria, en el cielo y en la guerra.
Al igual que aquellos que compraron con su sangre nuestra independencia de España, hoy ustedes nos permiten dormir tranquilos y espero que a pesar de nuestro silencio, jamás haya desánimo. Porque nunca será silencio de indiferencia sino de la costumbre a su desprendimiento y disciplina.
Que viva el inteligente y bravo Ejército de Colombia, sus soldados que están en erradicación de cultivos ilícitos, los que custodian las fronteras, los que cuidan infraestructura. Los que están en los pueblos apartados, haciendo presencia de la patria. A los que están en los ríos y los mares, los que patrullan el cielo, los que están bajo el calor y las inhóspitas condiciones de la selva o el llano.
Pero por sobre todo a aquellos que murieron y los que sufren el secuestro de infames terroristas, tengan fe, el ejército lucha por ustedes y no serán olvidados.
A los que están heridos en combate, a los que esta guerra mutiló, sepan que no cercenó su dignidad ni la nuestra y han acrecido nuestra extensa deuda para con ustedes.
Sepan todos que nuestra tranquilidad ha costado el precio de muchas vidas de valientes jóvenes de familia, que las dejaron para enfrentar la soledad, el miedo y la guerra, y eso jamás podrá ser materialmente recompensado.
Eternos deudores somos los colombianos ante la grandeza del ejército que Dios nos entregó. Su frío, hambre, soledad y temores, no hay forma de retribuirlo materialmente sino con la manifiesta gratitud que Colombia toda, ofrezca cada día en sus oraciones a los valientes del ejército nacional.
Que el Altísimo les proteja siempre.
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