"YO SOY MARXISTA" por José Andrés Bravo, capellán de la UNICA
La autoría del presente artículo es del padre José Andrés Bravo, hermano sacerdote y gran amigo que actualmente se desempeña como capellán de la UNICA en Maracaibo y lleva el blog FE Y CAFE
El Jefe del régimen dice que es “marxista”. Hasta ahora no se había atrevido a confesarlo. Ya, como dicen, se quitó los escapularios y medallas, como lo hiciese el dictador caribeño en sus mejores tiempos. Por ser marxista es comunista. Un mal comunista porque no es fiel a su “teoría” sino a lo que han sido las prácticas soviéticas y cubanas, entre otras tristes experiencias históricas ya fracasadas. Si se hubiese formado en la Universidad Obrera de París en la década de los treinta del siglo pasado, el profesor marxista Georges Polizar (1903-1942) le habría enseñado que “el marxismo está íntimamente ligado a una filosofía y a un método: los del materialismo dialéctico. Por ello es indispensable estudiar esa filosofía y ese método para comprender bien el marxismo y para refutar los argumentos de las teorías burguesas tanto como para emprender una lucha política eficaz”. Ya sabemos que el comandante “marxista” nació en la década de los cincuenta, no pudo asistir a tal Universidad y no tendría la oportunidad de leer el libro del joven profesor, entonces sí podría ser un marxista. “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, asegura Lenin (1870-1924), fundador de la URSS.
Cuando el comandante dice que es “marxista”, confiesa una gran deficiencia: no ha leído “El Capital” (1867, obra sobre economía política), principal obra de Karl Marx (1818-1883) y, por tanto, del marxismo. Sin embargo, “dice” haber leído “El Manifiesto Comunista” (1848) y nos invita a nosotros a leerlo. Tal manifiesto es obra tanto de Marx como de Friedrich Engels (1820-1895). Hay que tomar en serio la confesión del comandante porque es sumamente grave. Por un lado, los que votaron por él le eligieron en y para la democracia. Es una infidelidad cuando nos quiere imponer un régimen distinto, sólo porque él es “marxista”. Además de violar constantemente nuestra Constitución vigente, desea cambiarla. Está en juego la Patria.
Por nuestra parte, por haber cursado la carrera de filosofía, nos tocó estudiar el marxismo. Por tanto, ya a los dieciocho años nos habíamos leído el manifiesto que ha servido de programa teórico y práctico a los Partidos Comunistas. Hoy, ante esta tímida, miedosa e insegura confesión, incluso confusamente matizada con que también es “cristiano” (no nos extraña que en poco tiempo diga lo contrario), nos sería útil señalar las líneas fuertes del manifiesto para saber quién es el jefe del régimen.
¿Qué es ser marxista? De entrada, queremos profesar un gran respeto y admiración por los que siguen este sistema con autenticidad. Al ser auténticos, aunque a nuestro juicio estén equivocados, les debemos respeto y admiración. Con ellos se puede aprender mucho en un diálogo abierto. Por eso, si el comandante es “marxista” debe aprender las líneas de tal sistema y no actuar como siguiendo más bien al “Príncipe” (1513) de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), o la ideología de la Seguridad Nacional que sostuvieron las crueles dictaduras militares de América Latina del siglo pasado.
Para el manifiesto, la historia es la lucha de clases, del proletariado oprimido que toma conciencia de clase y destruye a la burguesía opresora. La revolución es obra del proletariado obrero que se organiza en un fuerte movimiento para, con las luchas armadas, tomar posesión de los medios de producción, destruyendo así a la clase burguesa. Su utopía es la sociedad sin clases.
El manifiesto nos enseña, además, la relación del proletariado con los comunistas. Textualmente, el manifiesto señala el objetivo de los comunistas: “formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del poder”. Revolución comunista sin obreros y sí con militares, es por lo menos, históricamente raro. Junto a esta lucha está la abolición de la propiedad privada: “Así entendida, sí pueden los comunistas resumir su teoría en esa fórmula: abolición de la propiedad privada” (manifiesto). Pero, tales medios de producción y propiedad social supuestamente en manos de la clase obrera, en realidad es el Estado quien la regenta: “El proletariado se valdrá del poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas” (manifiesto).
Ahora bien, ¿cómo explica el marxismo su concepción materialista del hombre y su historia? El Profesor Politzer dice que se trata de una concepción científica. Concluye lo siguiente: la materia es la que produce el espíritu y, científicamente, no existe espíritu sin materia; la materia existe fuera de todo espíritu y no necesita espíritu para existir. Y, por último, no es Dios quien crea al hombre, es el hombre quien crea a Dios como reflejo de su insuficiencia, como lo ha afirmado Ludwig Feuerbach (1804-1872): “Originalmente Dios no es más que la otra mitad que le falta al hombre”. Por su parte, Engels afirma que “la religión nace de las concepciones limitadas del hombre”.
Para finalizar estos puntos, nos arriesgamos a dar las siguientes conclusiones: ser marxista es estar dispuesto al odio de clases, a destruir a los otros por ser de otras clases sociales; a concebir al ser humano, desde el pensamiento materialista, como producto de las leyes de los procesos económicos y sociales; a negar, por tanto, toda verdad trascendente; negar a Dios y abolir la religión por ser una especie de opio que adormece al pueblo y le frena su lucha liberadora. El proletariado al poder no es sino el partido comunista como Estado totalitario. Por eso, el verdadero dilema es elegir vivir en un sistema totalitario o en democracia.
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El Jefe del régimen dice que es “marxista”. Hasta ahora no se había atrevido a confesarlo. Ya, como dicen, se quitó los escapularios y medallas, como lo hiciese el dictador caribeño en sus mejores tiempos. Por ser marxista es comunista. Un mal comunista porque no es fiel a su “teoría” sino a lo que han sido las prácticas soviéticas y cubanas, entre otras tristes experiencias históricas ya fracasadas. Si se hubiese formado en la Universidad Obrera de París en la década de los treinta del siglo pasado, el profesor marxista Georges Polizar (1903-1942) le habría enseñado que “el marxismo está íntimamente ligado a una filosofía y a un método: los del materialismo dialéctico. Por ello es indispensable estudiar esa filosofía y ese método para comprender bien el marxismo y para refutar los argumentos de las teorías burguesas tanto como para emprender una lucha política eficaz”. Ya sabemos que el comandante “marxista” nació en la década de los cincuenta, no pudo asistir a tal Universidad y no tendría la oportunidad de leer el libro del joven profesor, entonces sí podría ser un marxista. “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, asegura Lenin (1870-1924), fundador de la URSS.
Cuando el comandante dice que es “marxista”, confiesa una gran deficiencia: no ha leído “El Capital” (1867, obra sobre economía política), principal obra de Karl Marx (1818-1883) y, por tanto, del marxismo. Sin embargo, “dice” haber leído “El Manifiesto Comunista” (1848) y nos invita a nosotros a leerlo. Tal manifiesto es obra tanto de Marx como de Friedrich Engels (1820-1895). Hay que tomar en serio la confesión del comandante porque es sumamente grave. Por un lado, los que votaron por él le eligieron en y para la democracia. Es una infidelidad cuando nos quiere imponer un régimen distinto, sólo porque él es “marxista”. Además de violar constantemente nuestra Constitución vigente, desea cambiarla. Está en juego la Patria.
Por nuestra parte, por haber cursado la carrera de filosofía, nos tocó estudiar el marxismo. Por tanto, ya a los dieciocho años nos habíamos leído el manifiesto que ha servido de programa teórico y práctico a los Partidos Comunistas. Hoy, ante esta tímida, miedosa e insegura confesión, incluso confusamente matizada con que también es “cristiano” (no nos extraña que en poco tiempo diga lo contrario), nos sería útil señalar las líneas fuertes del manifiesto para saber quién es el jefe del régimen.
¿Qué es ser marxista? De entrada, queremos profesar un gran respeto y admiración por los que siguen este sistema con autenticidad. Al ser auténticos, aunque a nuestro juicio estén equivocados, les debemos respeto y admiración. Con ellos se puede aprender mucho en un diálogo abierto. Por eso, si el comandante es “marxista” debe aprender las líneas de tal sistema y no actuar como siguiendo más bien al “Príncipe” (1513) de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), o la ideología de la Seguridad Nacional que sostuvieron las crueles dictaduras militares de América Latina del siglo pasado.
Para el manifiesto, la historia es la lucha de clases, del proletariado oprimido que toma conciencia de clase y destruye a la burguesía opresora. La revolución es obra del proletariado obrero que se organiza en un fuerte movimiento para, con las luchas armadas, tomar posesión de los medios de producción, destruyendo así a la clase burguesa. Su utopía es la sociedad sin clases.
El manifiesto nos enseña, además, la relación del proletariado con los comunistas. Textualmente, el manifiesto señala el objetivo de los comunistas: “formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del poder”. Revolución comunista sin obreros y sí con militares, es por lo menos, históricamente raro. Junto a esta lucha está la abolición de la propiedad privada: “Así entendida, sí pueden los comunistas resumir su teoría en esa fórmula: abolición de la propiedad privada” (manifiesto). Pero, tales medios de producción y propiedad social supuestamente en manos de la clase obrera, en realidad es el Estado quien la regenta: “El proletariado se valdrá del poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas” (manifiesto).
Ahora bien, ¿cómo explica el marxismo su concepción materialista del hombre y su historia? El Profesor Politzer dice que se trata de una concepción científica. Concluye lo siguiente: la materia es la que produce el espíritu y, científicamente, no existe espíritu sin materia; la materia existe fuera de todo espíritu y no necesita espíritu para existir. Y, por último, no es Dios quien crea al hombre, es el hombre quien crea a Dios como reflejo de su insuficiencia, como lo ha afirmado Ludwig Feuerbach (1804-1872): “Originalmente Dios no es más que la otra mitad que le falta al hombre”. Por su parte, Engels afirma que “la religión nace de las concepciones limitadas del hombre”.
Para finalizar estos puntos, nos arriesgamos a dar las siguientes conclusiones: ser marxista es estar dispuesto al odio de clases, a destruir a los otros por ser de otras clases sociales; a concebir al ser humano, desde el pensamiento materialista, como producto de las leyes de los procesos económicos y sociales; a negar, por tanto, toda verdad trascendente; negar a Dios y abolir la religión por ser una especie de opio que adormece al pueblo y le frena su lucha liberadora. El proletariado al poder no es sino el partido comunista como Estado totalitario. Por eso, el verdadero dilema es elegir vivir en un sistema totalitario o en democracia.
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