Por Oswaldo Álvarez Paz
He tratado de mantenerme al margen de chismes y especulaciones que, con o sin fundamento, se han hecho sobre Globovisiòn en los últimos meses. Pero siento la obligación espiritual y política de expresar mi opinión. Hemos sido testigos de la ofensiva del régimen en contra del único canal especializado en noticias con cobertura nacional, exitoso desde sus orígenes, para liquidarlo mediante acciones de asfixia en todos los terrenos. En lo financiero, en lo estrictamente económico, en lo judicial, en lo administrativo, en lo personal y familiar, y hasta en las vías de hecho. Agresiones físicas, incluidos tiros y bombas, contra la sede, contra los periodistas en la calle y contra dueños, directores y principales de la planta. Los despojaron de las microondas, de equipos de trasmisión remota, anularon los acuerdos con canales regionales para trasmisión parcial de su programación y hasta chantajeaban a anunciantes para que dejaran de hacerlo con la amenaza del Seniat y de Indepabis. Esto se dice fácil. Lo duro ha sido soportarlo con dignidad. No ha sido cosa de una semana de rumores.
En estas líneas quiero dar testimonio de mi solidaridad, respeto, admiración y amistad hacia todos aquellos que han hecho posible esa extraordinaria experiencia comunicacional que es Globovisiòn. Al inolvidable Luís Teófilo Núñez, a Guillermo Zuloaga Núñez, a Nelson Mezheranne y a Alberto Federico Ravell, socio minoritario pero director general desde el primer día. Desconozco las intimidades y la naturaleza de las discrepancias entre socios y de éstos con el director general, pero tengo la certeza de que no está vinculada a la línea editorial. Problemas de estilo, de actividades políticas o de negocios paralelas o, simplemente, la discusión abierta entre ellos para buscar alternativas que permitieran fortalecer a la empresa sin sacrificar principios básicos. Es posible. No sé, pero todo esto debió haberse mantenido en privado. Las filtraciones o las habilidosas expresiones que envuelven un “sí pero no”, normalmente acaban con la confianza y generan males peores. Deploro lo sucedido, pero la vida sigue, la lucha continúa y debemos acompañarlas con coraje.
Guillermo Zuloaga sigue siendo el accionista mayoritario de Globovisiòn. No ha vendido ni una sola acción, ha explicado a todos los trabajadores la situación y ha anunciado que no habrá cambios en la línea editorial. Al anunciar la salida de Ravell como director general, ratificó su condición de accionista y dijo que esa posición no sería asignada a otra persona y las funciones distribuidas entre varios. Tiene en sus manos una enorme responsabilidad. Necesita de nuestra comprensión y apoyo. El tiempo inmediato dirá la última palabra con relación al cambio de línea. El régimen debe estar disfrutando la ingenua complicidad de ciertos “opositores” y la mala intención de comentaristas tarifados. Yo también le doy un voto de confianza a Guillermo Zuloaga.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 15 de febrero de 2010
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