Vestidos con túnicas moradas, venezolanos y venezolanas visitan con fervor la imagen del Nazareno de San Pablo, que cada año es adornado con más de 4 mil orquídeas.
Desde este martes miles de feligreses de todos los estados del país se reúnen en la Basílica de Santa Teresa, en Caracas, para participar en las más de 15 eucaristías que se llevan a cabo en el templo católico desde la 1.00 de la madrugada del miércoles.
Vestidos con túnicas moradas, venezolanos y venezolanas visitan con fervor la imagen del Nazareno de San Pablo, que cada año es adornado con más de 4 mil orquídeas, donadas por los creyentes del santo.
Muchos creyentes asisten para pagar promesas hechas al Santo. Unos cargan una cruz a cuestas, otros andan descalzos o de rodillas recorriendo largas distancias para llegar a la Basílica. Sin importar el calor, la lluvia y las largas colas, todos y todas esperan ver con fervor la imagen del Nazareno.
Miles de feligreses esperan también la acostumbrada procesión del Nazareno, que suele llevarse a cabo a partir de las 7.00 de la noche, y recorre zonas aledañas a la Basílica de Santa Teresa. El Santo regresa al templo aproximadamente a las 12.00 de la medianoche.
El Nazareno de San Pablo es una talla en madera de pino flandes de Sevilla, España, diseñada presuntamente por Felipe de Ribas en el siglo XVII. Dice la tradición que el escultor, después de terminar de tallar la imagen, el Nazareno se le aparece y le dice: "Donde me has visto que tan perfecto me has hecho", según El Nacional.
De acuerdo con algunas leyendas de Caracas, en el año 1597, una epidemia de peste del vómito negro o escorbuto azotaba a los caraqueños, como no había medicina que curara la peste y todos los esfuerzos humanos eran inútiles, la población decidió recurrir directamente a Dios y sacaron en procesión a Jesús Nazareno de San Pablo y lo llevaron por las calles entre oraciones de súplica y de amor al Señor Todopoderoso.
En el trayecto, la cabeza de la imagen tropezó con una rama de una mata de limón agrio que se encontraba en el patio de una casa en la esquina de Miracielos y cayeron una cantidad de limones al suelo. La gente los recogió y aplicaron el jugo a los enfermos, produciéndose en ellos una cura inmediata. El milagro de la finalización de la peste, gracias a la intervención de El Nazareno, hizo que creciera aún más la devoción del pueblo a Jesús.
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