En marzo de 2009, la Universidad de Washington en St. Louis organizó una conferencia sobre el altruismo, el bienestar y la sociabilidad de los seres humanos.
En el encuentro participaron especialistas de todo el mundo y de múltiples disciplinas, como la religión, la antropología, la psiquiatría, la evolución humana, la biología, la educación o la medicina.
La intención de los participantes era la de analizar la evolución de la cooperación, el altruismo y la sociabilidad, así como la de establecer posibles factores que habrían propiciado el desarrollo de estas características en humanos y otros primates.
Aquel encuentro fue el punto de partida de un libro que, bajo el título de “Origins of Altruism and Cooperation” y con la colaboración de diversos expertos, ha sido editado recientemente por el antropólogo de la Universidad de Washington en St. Louis, Robert W. Sussman, y por el psiquiatra de esa misma Universidad, Robert Cloninger.
El ser humano no es malo por naturaleza
En el siglo XVII, el filósofo inglés Thomas Hobbes estableció en su obra Leviatán que existían tres causas básicas de los conflictos humanos: la competición, que hace que el ser humano invada para obtener algo; la desconfianza para la seguridad; y la gloria, para la reputación. Una mirada a cualquier libro de historia o a los titulares de los telediarios podría dar la razón a estas teorías: nuestra especie parece ser agresiva, egoísta y hostil.
Sin embargo, en “Origins of Altruism and Cooperation” (Orígenes del altruismo y de la cooperación) se defienden ideas muy distintas. Según publica Eurekalert, los autores de esta obra argumentan que los seres humanos son violentos u hostiles sólo bajo condiciones específicas: cuando se ven sometidos a presión, a abusos o al abandono, o cuando sufren una enfermedad mental.
Esto es lo que demuestran los hechos científicos, afirman los investigadores: el ser humano, en realidad, es naturalmente cooperativo, altruista y social.
El libro, editado por Springer, presenta evidencias empíricas que respaldan esta idea, y que son aportadas desde una amplia gama de disciplinas académicas, como la antropología, la psiquiatría, la biología, la sociología, la religión o la medicina, entre otras.
Características inherentes
Sussman señala que “la cooperación no es sólo un producto derivado de la competición, o algo que se hace sólo porque ambas partes reciben a partir de ella un beneficio: el altruismo y la cooperación son inherentes a los humanos, y también a otros primates”.
Por ejemplo, los científicos han observado que los chimpancés adoptan a crías huérfanas que no son de su propia familia, a pesar del esfuerzo necesario para criarlas, afirma Sussman.
Según escribe Cloninger en el prólogo de “Origins of Altruism and Cooperation”: “el comportamiento prosocial es un componente esencial de la salud y de la felicidad humanas. Por el contrario, el comportamiento egoísta y no cooperativo es señal de disfunción mental, y está fuertemente asociado a la insatisfacción vital y a la enfermedad”.
Anteriormente, en la conferencia celebrada en Washington en 2009, el psiquiatra había explicado que “las investigaciones en antropología, ciencias sociales y en salud mental, están coincidiendo en la demostración de que los seres humanos son naturalmente propicios a ser amables y sociables, no a ser crueles y violentos…”.
“La violencia y la crueldad son comportamientos propios de la inadaptación”, añadió Cloninger. Según él, el miedo, la violencia y las adicciones interferirían con el comportamiento humano normal, contribuyendo al surgimiento de enfermedades mentales y de ciclos de violencia, desconfianza y desesperación.
Estos comportamientos, sin embargo, en realidad son relativamente poco comunes en los individuos de nuestra especie, y constituyen respuestas anómalas a condiciones no naturales. De hecho, el patrón corriente del ser humano es el de ser social, el de querer trabajar con otros y cooperar.
Consecuencias de esta constatación
Los animales sociales en general, entre los que se incluyen los primates y los humanos, no se ven en la obligación de vivir socialmente, sino que lo hacen porque este patrón los beneficia de numerosas formas.
A través de la selección natural, primates y humanos han desarrollado áreas del cerebro que generan sensaciones de placer y de satisfacción a partir de la cooperación o de la amistad, aunque éstas impliquen sacrificios personales.
“Origins of Altruism and Cooperation” presenta datos que respaldan la idea de que los patrones corrientes de comportamiento de nuestra especie son prosociales, y no lo contrario.
Según escriben Sussman y Cloninger en el prólogo del, examinar los factores subyacentes a dichos patrones resultará esencial para comprender porqué surgen entonces los conflictos entre personas, pueblos y países en el mundo moderno, pero también para hallar la mejor manera de promover las interacciones pacíficas y productivas entre humanos de todo el mundo.
Prólogo de "Origins of Altruism and Cooperation"
(Tendencias21)
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