El obispo de izquierda, que parecía patrocinado por Chávez y dispuesto a aplicar sus políticas, sin embargo, en el ejercicio presidencial de Paraguay, nos permitió a muchos apreciarlo como un gobernante respetuoso de las libertades democráticas. No se conoce que hubiera intentado afectar el pluralismo participativo, incurrir en la práctica, ahora más disimulada en varios países, de eliminar la independencia entre instituciones, o diezmar la iniciativa privada. Nuestro Gobierno tuvo la oportunidad, a pedido suyo, de ayudarle a combatir casos de secuestro. Era receptivo a nuestras políticas de seguridad y tuvo una actitud prudente cuando Colombia firmó con Estados Unidos el acuerdo de lucha contra el narcotráfico, hoy inexplicablemente archivado por la administración Santos.
Los lazos entre nuestros países son sólidos. Los paraguayos nos declararon hermanos después de la Ley de 1870, redactada y firmada por el autor de la novela María, Jorge Isaacs , entonces secretario de la Cámara, en la cual se dio apoyo a aquella nación, maltratada por los vecinos para arrebatarle territorio durante la guerra de la Triple Alianza.
La Constitución paraguaya tiene una cláusula, reservada por el Congreso, después de Stroessner, seguramente con el fin de contrarrestar cualquier nueva tendencia dictatorial. La norma le permite al Congreso, con el voto favorable de las dos terceras partes de sus integrantes, juzgar y destituir al Presidente en tres casos: mal desempeño de sus funciones, estar incurso en delitos en el ejercicio de su cargo o en cualquiera de los que denominen comunes.
Con una votación de 76-1 y tres ausentes en la Cámara de Representantes, y de 39-4 y dos ausentes en la Cámara de Senadores, el Presidente Lugo fue destituido por la causal invocada de “mal desempeño de sus funciones”.
Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, acusan que se cometió un golpe de Estado. En realidad No, el procedimiento político trascurrió sin violencia. Tampoco hubo usurpación de poderes o violación de la norma, que buena o mala, está incorporada a la Constitución.
Colombia ha expresado que no hubo garantía de debido proceso. Si bien el Presidente tuvo apenas dos horas para su defensa, la discusión política venía de tiempo atrás. Y en este, que no es un caso de juicio por delitos, sino por razones políticas de desempeño, se respetó con creces la garantía constitucional del voto favorable de las dos terceras partes. Puede ser que falte reglamentación para darle un poco más de objetividad al concepto general de “mal desempeño de las funciones”, y para definir etapas y tiempos en el proceso, pero lo cierto es que se ha cumplido con la Constitución de Paraguay.
Lo que los países americanos no han cumplido, tampoco la OEA como organismo regional, y no se podría esperar que Unasur lo cumpla, es con la obligación de denuncia y sanción a los países cuyos gobiernos han violado la Carta Democrática o cualquiera de las 16 disposiciones del Derecho Internacional Público, que comprometen a todas las naciones en la lucha contra el terrorismo.
Chávez, con una ley habilitante, inhabilitó a un congreso recién elegido, nada se dijo.
Chávez, cierra medios de comunicación, los líderes democráticos callan.
Chávez, manipula la justicia, quita derechos políticos de sus opositores, no hay quien denuncie.
Chávez, construye armas con Irán, su socio nuclear, parece que no importa el peligro.
Chávez, ahora dice que hay guerrilla en Venezuela. También la había en gobiernos anteriores al suyo. Carlos Andrés Pérez promovió unos diálogos que fracasaron, fueron pedidos por el Gobierno de Colombia. Rafael Caldera expresó que no los combatía porque temía “llevarse esa guerra a Venezuela”. La gran diferencia con ellos es que Chávez la ha protegido y legitimado. No es necesario regresar a los computadores de la Operación Fénix, ni a las pruebas que presentamos ante la OEA, basta con escuchar a Chávez, en sus discursos de legitimación de estos terroristas y en su oración “panegírica” al abatido secuestrador ” Raúl Reyes “.
A Paraguay se le sanciona pero a la dictadura chavista se le teme, y ahora guardan silencio sobre su nueva ofensiva colonialista expresada en la incitación golpista del canciller de Venezuela a militares paraguayo
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