Hacia el final de la guerra, la Luftwaffe (ejército del aire) presentó a Hitler un enigmático informe en el que se proyectaba un bombardeo sobre Manhattan con armamento suficientemente poderoso como para, literalmente, convertir Nueva York en un desierto de montañas de ruinas y cascotes.
En su ultima alocución radiada del día 23 de Febrero de 1945, el propio Adolf Hitler promete la victoria final, mientras pide a Dios que le perdone por hacer uso de un arma demoledora y definitiva.
En 1987 se publicó una obra que hoy es ya un clásico: “Waffen und Geheimwaffen des deutschen Heeres. 1933-1945.
El autor es el historiador Fritz Hahn que pertenece sin la más mínima duda al campo de la historiografía más académica y oficial.
En la página 168 del tomo II se encuentra reproducido el siguiente documento:
Nos encontramos pues, ante un documento perfectamente conocido y aceptado como auténtico, por la más rigurosa historiografía oficial
Este plano se realizó en Alemania en 1944 y se le relaciona en todo momento con los proyectos que surgieron aquel año para bombardear Nueva York con cohete como el A-9/A-10 o con aviones espaciales como los concebidos por Eugen Sänger. Según los historiadores oficiales, estos ingenios habrían transportado cargas explosivas convencionales de una o dos toneladas.
Pero para lanzar esas dos toneladas sobre América se requería un costoso cohete de 100 toneladas de peso. Un arma tan antieconómica sólo podría haberse usado a muy pequeña escala y con un impacto más psicológico que militar. He aquí el motivo de que todos estos proyectos fuesen cancelados, concluyen los historiadores ortodoxos.
Pero si se fijan con atención en el documento, verán que éste nos cuenta una historia muy diferente.
Como se puede ver nos encontramos ante un mapa que indica la densidad de distribución calorífica (en kilocalorías por kilómetro cuadrado) que generaría cierto bombardeo de la ciudad de Nueva York.
Se indica:
La zona circular de daño máximo, que llega hasta los 1,35 km de distancia del centro de impacto.
La zona de daño secundario que alcanza hasta un radio de 4,35 km del centro teórico de impacto.
Un círculo punteado de 2 km de radio, que indica la zona de dispersión probable del impacto, es decir, la zona alrededor del centro teórico de impacto donde el misil caerá probablemente de modo efectivo.
Lo importante es fijarse ahora en las cifras indicadas. La densidad de cobertura calorífica media en la zona de daño máximo es de 1,4 por 10E8 kcal/kmE2 y en la zona de daño secundario de 7 x 10E6 kcal/kmE2.
Es decir, que en un círculo de 1,35 km se depositarían 140.000.000 kcal por cada kilómetro cuadrado; o lo que es lo mismo 140.000.000.000 calorías por kilómetro cuadrado (140 mil millones).
Otra de las “rarezas” de la Alemania nazi. El prototipo tomando la base de un Keinkel 177 adaptado para transportar un enorme bomba nuclear en su bodega. El primer bombardero nuclear de la historia, llamado concretamente: “Heinkel He 177-A5 Greif prototipo V38″.
Con ayuda del gráfico es fácil calcular la energía calorífica total que se habría depositado:
Zona de daño máximo 7,435 x 10E8 kcal.
Zona de daño secundario 3,695 x 10E8 kcal.
Energía calorífica total depositada 11,130 x 10E8 kcal.
Los valores que se obtienen están entre los 14 y los 18,8 kilotones (un kilotón o kt equivale a la fuerza explosiva de 1.000 toneladas de TNT, que equivalen a su vez aproximadamente a 1,12 x 10E12 colorías)
. Los colosales A-9 y A-10 fueron los primeros misiles balísticos intercontinentales de la historia, y los posibles escogidos para el ataque sobre Nueva York.
Algunas consideraciones:
a) Es imposible producir los estragos que muestra el plano usando cohetes convencionales a menos que sea mediante un bombardeo de gran densidad en el número.
b) Toda explosión superior a los 10 kt produce tres efectos principales: onda de choque, efecto térmico y radiaciones. Pero es el calor el que causa el 60% de las muertes en toda explosión de una potencia superior a la antes citada.
Este es el motivo por el que los científicos alemanes se limitaron a indicar el alcance letal de los efectos térmicos. En la zona de daño máximo se depositan 14 calorías por centímetro cuadrado (14 cal/cmE2). Dado que con 10 cal/cmE2 ya se producen quemaduras mortales de tercer grado, se comprende que lo que el mapa nos indica es el área en el que la tasa de mortalidad habría sido prácticamente del 100% (toda la parte central y sur de la isla de Manhattan).
Haciendo una breve extrapolación lineal vemos que este artefacto habría liberado unos 11 cal/cmE2 en ese mismo radio.
En definitiva, podemos ver que los autores del documento que nos ocupa tenían un conocimiento preciso de los efectos del artefacto que habían planeado lanzar.
Pero todo esto nos lleva a hacernos varias preguntas: Si fabricaron misiles balísticos para alcanzar Estados Unidos, si fabricaron bombarderos adaptados para cargar con armas nucleares, si diseñaron un plan para destruir Nueva York con una gran explosión, si Hitler anunció al pueblo alemán el uso de una arma de destrucción nunca vista… que sucedió en realidad? qué nos esconde la historia oficial? que sucedió con el arma que salvaría a Hitler en el último momento?
Próximamente desvelaremos el secreto de la “arma definitiva” Hitler.
Enlace para la discusión en el foro: http://www.ordenycultura.es/foro/showthread.php?168-OyC-El-plan-nazi-para-la-destrucci%F3n-de-Nueva-York&p=826#post826
"
No hay comentarios:
Publicar un comentario