Marco Antonio Moreno 9 de agosto de 2011 | 07:00
¿Sorprendido de las incesantes caídas bursátiles, del estancamiento generalizado que vive la economía mundial, de la falta de empleo o del nerviosismo global? Pues bien, ármese de paciencia porque esta crisis no tiene salida, tal como explicamos en El tsunami de tinta roja y la deuda indevolvible. El problema no es la economía, ni el empleo ni el crecimiento. El problema es la existencia de un sistema financiero fraudulento que ha tomado de rehén al mundo entero. Y mientras este nudo gordiano no se corte de manera definitiva, la economía seguirá tambaleante y sin rumbo. John Austhers, el editor económico de Financial Times, nos entrega uno de los más lúcidos análisis sobre el estado de la economía actual, que resume en estas tres gráficas.
La primera gráfica muestra la situación del sistema financiero, medido por la proporción entre las acciones bancarias y los índices bursátiles generales. John Authers sobrepone inteligentemente el gráfico de los últimos 20 meses (linea roja), con el de los 20 meses que precedieron a la caída de Lehman, en octubre del 2008 (linea azul). Se observa que las acciones bancarias han caído este último tiempo en forma similar a la caída registrada en el período 2007-2008. En otras palabras, la situación es hoy tan precaria como lo era antes de la quiebra de Lehman Brothers.
Lo que estamos viviendo no es otra cosa que la caída del sistema financiero que hemos conocido, tema al cual he dedicado varios post, desde aquellos referidos al origen del desorden financiero, hasta aquellos en los que he planteado el colapso de este sistema por basarse en un esquema ponzi. La destrucción de este esquema ponzi provocada por la contracción financiera, ha dejado al descubierto la total insolvecia de la banca. Es decir, las deudas son mucho mayores a todo el capital existente, algo que ha sido ocultado por la liquidez inyectada al sistema por los bancos centrales, y que nunca será suficiente (además que sólo es un mecanismo que transfiere la deuda hacia las próximas generaciones). Con estas acciones el problema sigue exactamente igual dado que la economía real no se reactiva con la fuerza que requiere al no haber generación de empleo.
El segundo gráfico de Authers muestra la evolución de la actividad económica mundial desde el inicio de la crisis, en julio del 2007, hasta julio del 2011. Aquí se muestran los índices de producción industrial de Estados Unidos (rojo), la Eurozona (azul), China (amarillo) y el Reino Unido (verde). Este índice muestra el cambio en la producción manufacturera. Si el índice se mantiene en 50, está igual; si es mayor que 50 hay avance y si es menor hay retroceso. Se aprecia la caída general en el año 2008 y la recuperación del año 2009. Sin embargo, a fines del año 2010 comienza la nueva desaceleración que a mediados del 2011 ya es una verdadera contracción económica global. Nótese que China es la que menos cae el 2008 y la que se recupera con mayor rapidez. Pero ahora es China la que encabeza la caída. Este índice es el mejor indicador de que no hay recuperación, sólo estancamiento.
El tercer gráfico muestra la evolución de la crisis medida por las acciones estadounidenses y la tasa de interés de la Reserva Federal, desde principios del 2007 hasta agosto del 2011. Se aprecia el espacio que la Fed tuvo para reducir la tasa de interés hasta dejarla en cero, donde se mantiene hasta hoy. Pero hoy no tiene espacio de maniobra para reducir la tasa de interés y sólo puede recurrir a lo que se ha denominado expansión cuantitativa (QE), que en otras palabras consiste sólo en emitir dinero.
La expansión cuantitativa, en todo caso, no ha reactivado en forma importante la economía, dado que es menos eficaz que el incremento del gasto fiscal. Además, los planes de QE, ayudan a generar inmensas burbujas en los mercados que sólo ayudan a la actividad especulativa. La QE, no ha tenido impacto en la generación de empleo. La disminución del empleo en Estados Unidos ha sido de apenas el 0,4% con los planes de QE, casi inexistente. En cambio ha permitido inflar el precio del petróleo y de todas las materias primas. Al ser productos básicos y transables en todos los mercados se prestan para la especulación masiva.
A cuatro años del inicio de la crisis los gobiernos han sido incapaces de tomar las riendas y han creado todas las condiciones para el rearme arbitrario del sistema financiero en el cual las “ayudas” son absorbidas por la élite financiera sin que haya un “flujo hacia abajo”, hacia la base social y el empleo que permita una auténtica reactivación. Se ha faltado incluso a la ética al destinar grandes recursos para rescatar a la banca mientras se recortan, por encargo del BCE, la UE y el FMI, programas de bienestar y ayuda social a los desempleados.
Todo este gigantesco derroche ideado para mantener en pie una idea de mundo se está desplomando por su propio peso. Los gobiernos deberán hacer caso omiso al chantaje y las súplicas de la banca para aumentar el gasto fiscal y permitir una demanda que evite el desplome generalizado. La voluntad política debe estar no sólo en las palabras que un presidente Obama proclama cuando dice “No necesitamos que una agencia de calificación nos diga lo que debemos hacer…”. Muy bien! Pero tampoco hacer lo que digan la Fed y los bancos centrales. En los actuales momentos los gobiernos deben velar por la inmensa mayoría de la población y no por un puñado de banqueros interesados en “cuidar el dinero de todos” (con las políticas antiinflacionarias) aunque sean ellos mismos los que lo despilfarran.
Bueno, al menos ya sabe porqué la caída de las bolsas continuará. Aunque haya muchos expertos que le digan lo contrario.
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