Cuando una guerra se desata, arrasa con todo, incluso con aquellas cosas que parecen inocentes y de beneficio para la sociedad. Algo así sucedió con el futbol europeo en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Como explica edant.clarin.com, una de las cosas que Adolfo Hitler más odiaba era precisamente el futbol, por lo que en aquella época, más de 300 futbolistas judíos fueron exterminados de manera extraña y en campos nazis.
Una historia extraordinaria relacionada al tema, es la ocurrida en Kiev en 1942. La capital de Ucrania fue sitiada y ocupada por los alemanes desde 1941. El lugar se convirtió en una enorme vivienda de refugiados que, de un día para otro, perdieron de manera arbitraria todas sus pertenencias.
Kiev también era reconocida por su tradición futbolera, gracias al Dinamo de Kiev, club fundado en 1927 por policías comunistas. Con la entrada del ejército nazi a la ciudad, varios de los elementos del equipo fueron a parar a la calle.
Un día, un panadero de nombre Kordyk, se topó en la calle a un mendigo, quien en realidad era el portero del Dinamo, Nikolai Trusevych. La situación de este hombre le causó tanto impacto que decidió ofrecerle trabajo en su negocio, el principio de lo que sería un plan brillante.
La convivencia diaria con Trusevych, hizo que despertara en Kordyk las ganas de revivir al equipo orgullo de la ciudad. Así que el panadero se dio a la tarea de ir por las calles y recoger a los elementos que fueron parte de la escuadra de los “chayki”, así como a los del Locomotiv, otro club de la región. Para protegerlos de los enemigos. A todos les dio asilo y trabajo, motivado por la ilusión de revivir el balompié en la ciudad.
Para no levantar sospecha, a este nuevo conjunto se le denominó F.C. Start. A pesar de sus limitaciones, en pocos meses lograron adquirir fama, tras vencer a sus rivales en innumerables encuentros, incluso se enfrentaron a dos escuadras nazis, a las cuales vapulearon sin miramientos.
Los alemanes no toleraron tal humillación y el ejército se planteó fusilar a los futbolistas ucranianos. Desistieron de esa idea, pues el hecho sólo exaltaría más al equipo y sus hombres serían recordados siempre como héroes.
Pero las cosas no podían quedar así, entonces decidieron conformar un equipo con las fuerzas armadas nazis, el cual recibió el nombre de Flakelf. Ambos cuadros se enfrentaron y el F.C. Start se impuso sin problemas. Los del Flakelf no pasarían por alto el hecho, así que solicitaron la revancha a los contrincantes.
Este segundo partido se programó para el 9 de agosto de 1942, en el estadio del Zenit, duelo que ha sido bautizado como “El Partido de la Muerte”. Como indica el diario El País, hubo muchas ilegalidades a favor de los alemanes: el árbitro central era miembro de la Schutzsraffel (SS) y se reforzaron con aviadores en mejor estado físico.
Los del Start fueron obligados a que, al principio del partido, hicieran el saludo nazi, acompañado por la frase “¡Heil Hitler!”; Trusevych y sus compañeros hicieron caso omiso y en su lugar expresaron “¡Fizculthura!” (“¡Viva el deporte!”, eslogan soviético que proclamaba la cultura física.
Este hecho enfureció a los alemanes, quienes durante el partido, mostraron una actitud despiadada, repartiendo golpes sin ton ni son, y sin ser castigados. Aún así, el Start no perdió la calma y se fueron al descanso con el marcador dos goles a uno a su favor. Uno de los comandantes nazis bajó al vestidor y amenazó a los contrincantes con pistola en mano si continuaban la goleada. Este hecho no atemorizó a los panaderos y marcaron tres tantos más, llevándose de nueva cuenta la victoria.
Aunque el hecho más sobresaliente de este encuentro fue la del jugador Alexei Klimenko, quien se quitó a los rivales, teniendo la oportunidad de “fusilar al portero a quemarropa”; sin embargo, prefirió tirar hacia el centro de la cancha, en señal del perdón.
Una semana después, la Gestapo apresó a varios de los elementos del F.C. Start; algunos de ellos fueron torturados y acusados de ser policías comunistas, para ser trasladados posteriormente al campo de concentración de Syrets, en donde finalmente perdieron la vida.
Esta historia salió a la luz, muchos años después, como medio de propaganda a favor de la Unión Soviética, con la película “El Último Gol”, la cual data de 1961. 20 años más tarde, se hizo la versión estadounidense titulada “Evasión o Victoria”, nada más y nada menos que protagonizada por Sylvester Stallone, Michael Cane y Pelé.
Por ahí de la década de los 80, el estadio Zenit fue renombrado como Start, en donde se erigió un monumento para inmortalizar el hecho de esos hombres, que se han convertido en héroes y hoy son parte de la historia de aquella región.
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