Por Oswaldo Álvarez Paz
Venezuela atraviesa una de las coyunturas más delicadas de su historia. Sin duda la más peligrosa de la época contemporánea. El régimen militarizado de Hugo Chávez no ha vacilado en apelar a las más perversas alianzas con toda clase de bandidos, ni ha tenido escrúpulos para violar derechos humanos fundamentales de la persona humana, ni ha vacilado a la hora de liquidar el estado de derecho, desconocer la Constitución vigente y provocar un clima de inseguridad general, base de la incertidumbre y del temor que necesita para mantenerse. Hemos sido víctimas de un verdadero golpe de estado de ejecución progresiva. La democracia ha sido destruida desde la democracia misma y el principio de legalidad es demolido gracias a la manipulación artera del ordenamiento jurídico y a la arbitrariedad.
La nación resiste como pocos pueblos lo han hecho frente a procesos atípico que conducen de la democracia a la tiranía, pero lamentablemente los esfuerzos han sido insuficientes, hasta ahora. La dictadura avanza. Se cierra el círculo siniestro. Todos estamos en libertad condicional, sin garantías para vivir en paz, levantar dignamente una familia y trabajar en la actividad productiva de nuestras preferencias. Llegó el comunismo en su forma más primitiva, como se ratifica con una de las últimas amenazas del tirano, estatizar todo el sistema financiero, como respuesta a la crisis telegrafiada de unas cuantas instituciones en manos de los prevalidos del régimen y sus socios del alto gobierno.
Desde esta perspectiva, los verdaderos demócratas tenemos un reto ineludible. No se trata de detener el proceso congelando la situación actual, ni de revertirlo con los mismos protagonistas al frente, lo cual luce imposible. Lo que reclama la mayoría es una acción sostenida con coraje, firmeza y convicción para ponerle punto final al régimen y sustituirlo por un gobierno de transición, de unidad nacional, capaz de restaurar el orden democrático en el menor tiempo posible y establecer las responsabilidades correspondientes a los bárbaros más caros de estos tiempos. Para esta tarea son bienvenidos todos los sectores y personalidades independientemente de militancias partidistas o ideologías políticas. La plataforma unitaria tiene que construirse para alcanzar el objetivo señalado, mediante la acción conjunta de quienes, compartiendo los principios fundamentales del estado democrático, estén dispuestos a jugársela integralmente en la inevitable confrontación final que llegará más temprano que tarde.
Para que la liberación nacional sea posible debe estar clara la verdadera naturaleza del problema. No es electoral, ni de sobrevivencia. No será superado haciendo tiempo para que dentro de tres navidades probemos la posibilidad de ganar una elección presidencial limpia y reconocida que facilite el cambio de gobierno pacíficamente. Estamos frente a un militarismo ideologizado, comunista a la cubana, aunque muy ineficiente y escandalosamente corrompido.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 7 de diciembre de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario