Por Oswaldo Álvarez Paz
Para el momento de escribir estas líneas no están realizadas las elecciones hondureñas. Hago votos por la normalidad del proceso y que ese fraude institucional, Manuel Zelaya, esté reducido a su más mínima expresión, sin posibilidades de apelar a la violencia para mantener cierta vigencia internacional y disimular su tragedia.
Pero no es a Honduras a quien van dirigidas, sino a los venezolanos y a quienes desde otras tierras siguen con angustia la relación con Colombia. El régimen castro-chavista ejecuta un ambicioso plan comunicacional, bien pensado, para proyectar la imagen de víctima que pretende vender Chávez. Según eso, Venezuela estaría a punto de ser invadida por Estados Unidos. Utilizaría como instrumento a Colombia y su Presidente, operando desde las “bases yankees” instaladas en ese país. Se trataría de una acción expansiva del “imperio” para destruir la revolución bolivariana y consolidar a su peón fundamental en el gobierno vecino. En consecuencia, Venezuela tiene que estar preparada para la guerra que se avecina. Los llamados a las armas, al entrenamiento de tropas, milicias, escuadrones de combate, estudiantes, trabajadores, uniformados regulares y la nueva compra masiva y mil millonaria de equipos militares incluidos nuevos tanques está en plena ejecución. El tirano tropical no tiene escrúpulos en alimentar a los enemigos de la institucionalidad colombiana, darles cobijo y recursos, solaparlos en los batallones de reserva, permitirles libre acción fronteras adentro y hasta utilizarlos como entrenadores de los irregulares que el régimen organiza, incluso para labores de patrullaje con militares venezolanos cada día más contrarios a lo que este señor adelanta. Mientras tanto, la nación se hunde en un mar de problemas básicos sin atención. La inseguridad, los apagones, la falta de gas y agua, la basura y los nuevos y monstruosos escándalos de corrupción a los más altos niveles, pasan a un segundo plano ante la inminente llegada de los “invasores” del norte y del oeste.
Jamás hubiéramos imaginado tanta perversidad y una capacidad traidora, sin límites, en quien en mala hora se desempeña como jefe del Estado. Llegados a este punto, cualquier error, cualquier acción u omisión mal entendidas o un arrebato de locura megalómana, puede llevarnos a una sangrienta confrontación bélica que marcaría a Venezuela para siempre en la historia.
El enemigo de Venezuela no es Estados Unidos. Tampoco Colombia. No lo fueron Clinton y Pastrana cuando lanzaron el Plan Colombia. Tampoco Bush, Obama y Uribe quienes lo han perfeccionado en admirable continuidad de verdaderos estadistas en defensa de principios y valores que compartimos plenamente. La presencia de los norteamericanos en las bases militares colombianas no es amenaza para nosotros. Se corresponde con una efectiva y definitiva polìtica para liquidar para siempre a los verdaderos enemigos de venezolanos y colombianos, de latinoamericanos y de buena parte del planeta. Me refiero a las expresiones criminales que alimentan tanto al terrorismo, como a los movimientos guerrilleros e irregulares de diverso signo y al narcotráfico. Encajan perfectamente con los intereses del castro-chavismo. Saben que sus dìas estàn contados. La guerrilla de las FARC está derrotada en lo militar, pero le quedan los recursos del terrorismo para estremecer la opinión, del tráfico de drogas para lo financiero y del apoyo de Chávez para facilitar las operaciones en ambos frentes.
El verdadero enemigo está en Hugo Chávez y los forajidos que tiene como aliados. El objetivo tiene que ser derrotarlo internamente. Denunciarlo internacionalmente y acelerar al máximo el proceso de cambio que Venezuela y el mundo libre reclaman.
oalvarezpaz@gmail.com Viernes, 27 de noviembre de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario