No se me escapa, que cuando en los días pasados os hablaba de las conferencias, pensaríais que me estaba refiriendo a charlas de tipo religioso. Pues no.
Ciertamente que resulta mucho más fácil entusiasmar a un auditorio hablando del Mal, del mundo angélico, de las cruzadas, del III Reich o del Apocalipsis, que si tienes que hablar hora y media de la literatura parnasiana francesa del siglo XIX. Un artista también necesita materiales. Recuerdo una vez que tuve que dar una conferencia sobre dos versículos de la Biblia. Los dos versículos más imposibles que jamás me haya echado a la cara.
Pero no, no me refería a las charlas religiosas en mis anteriores post, o por lo menos no sólo a ellos. He conocido (a través de un documental) la emoción que trasmitían las palabras de un guardia de las SS que hablaba de un campo de concentración donde él estuvo. Recuerdo el impacto que produjo su conclusión: Me he decidido a hablar en mi vejez, porque hay ahora algunos jóvenes que niegan que existieron. Y eso no es verdad. Yo estuve allí.
Ciertamente que resulta mucho más fácil entusiasmar a un auditorio hablando del Mal, del mundo angélico, de las cruzadas, del III Reich o del Apocalipsis, que si tienes que hablar hora y media de la literatura parnasiana francesa del siglo XIX. Un artista también necesita materiales. Recuerdo una vez que tuve que dar una conferencia sobre dos versículos de la Biblia. Los dos versículos más imposibles que jamás me haya echado a la cara.
Pero no, no me refería a las charlas religiosas en mis anteriores post, o por lo menos no sólo a ellos. He conocido (a través de un documental) la emoción que trasmitían las palabras de un guardia de las SS que hablaba de un campo de concentración donde él estuvo. Recuerdo el impacto que produjo su conclusión: Me he decidido a hablar en mi vejez, porque hay ahora algunos jóvenes que niegan que existieron. Y eso no es verdad. Yo estuve allí.
Os aseguro que ese yo estuve allí, acompañado de su mirada, de su gesto al acabar la última palabra, era impresionante, una de las cosas más impresionantes que he escuchado nunca. Leerlo no hubiera sido ni una sombra de la palabra hablada.
(Seguiré mañana)
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